La lengua y la nueva era

La lengua y la nueva era
La lengua y la nueva era
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Con el tiempo, nos damos cuenta de que se pronuncian muchas palabras que desconocemos. Siempre fue el lenguaje lo que hizo avanzar al hombre. Más aún, fue lo que creó al hombre. 

Sin el lenguaje bien primitivo de nuestros antepasados, la especie humana no existiría. Es natural que la lengua evolucione a medida que existen objetos, conocimientos o conceptos nuevos. Lo que no parece tan natural –aunque pase irremediablemente– es que se cambien las denominaciones a gusto de los que mandan, a través de otros que parecen los autores del cambio. Aunque a veces sean estos los que sientan cátedra por su cuenta.

Es divertidísimo ver las placas callejeras en los laterales de las casas, anunciándose profesionales de todo tipo. Es curioso cómo van cambiando las profesiones en función de lo que parece impresionar más al público, con epítetos a cual más rimbombante, vocablos en inglés, cuyo predominio es preocupante. Es impresionante la fuerza con la que las actividades (no sé si son profesiones) de belleza para féminas, y ¡hasta para varones!, han entrado en el mercado. Que si las uñas, que si la depilación, y todo un cortejo de palabras nuevas en el lenguaje habitual. Que si las impurezas, que si la desintoxicación. Se ha creado todo un lenguaje paramédico, en el que no se sabe dónde está la medicina-light, y dónde el marketing. Es posible que las asiduas estén contentas, ¡pero que esto haya sustituido prácticamente a la medicina realizada por médicos!

Y hasta éstos últimos tienen que acudir a estas denominaciones para sobrevivir. Los gimnasios y centros de pilates son una mina de nombres nuevos. ‘Feedback’ por retroalimentación. Procrastinación por aplazamiento. Atención personalizada, lo que es extensible a cualquier profesional de cualquier materia, como si existiese el trabajo no personalizado. ¿No será que no se ha enseñado bien la lengua castellana? Así nos encontramos con locutores que hablan peor que mal, pero como salen en la tele, sientan cátedra, y la sociedad sigue su ejemplo. El otro día escuché, hablando de un partido, que el jugador había reaccionado airoso (por airado). En los tiempos de Jesús Gil, presidente del At. Madrid, aún era noticia su frecuente utilización del vocablo ‘ostentóreo’, no sabemos si por ostentoso o por estentóreo. Pero ahora, barra libre.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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