Por
  • Javier Lacruz

La berrea nacional

El Congreso de los Diputados se llena de insultos y exabruptos.
El Congreso de los Diputados se llena de insultos y exabruptos.
Jesús Hellín / Europa Press

Toca elecciones. Comienza la campaña política. Empieza la berrea. "Padre, gracias te damos, Dios, en esta mañana. Tu palabra dice que oremos por lo que está en evidencia. Señor, pedimos, padre celestial, que cada día el amor hoye en el corazón de este partido. ¡Aleluya!".

Quien así se expresa es una predicadora, la apóstol Yadira Maestre, curandera que aconseja la verdad de la ‘fe’ frente a la mentira de la ‘medicina’. Ejerce de telonera del PP. El excomunista Ramón Tamames (que evoca en el púlpito del Congreso que daba clase de economía en la cárcel a los etarras cuando estuvo preso durante el franquismo), espoleado por otro ‘voxchevique’ confeso, Sánchez Dragó, asalta los cielos de las Cortes en una ‘performance’ impropia de un devoto de la dictadura del proletariado. 

Al otro lado de la jaula, en pleno octágono de la UFC, con calzón morado y rojo, se sitúan los de la cancelación de la prostitución, la pornografía y la gestación subrogada en defensa de la libertad de la mujer que libre y voluntariamente quiere hacer con su cuerpo lo que le plazca. Los que con asaz prurito revisan –¡ay!– a Picasso y a Neruda (aunque no a Velázquez, que tuvo a Juan de Pareja de esclavo). Por las alturas, los Torquemadas de ayer y de siempre, que no presentan partido pero que siempre toman partido (por los mismos partidos), aprovechan cualquier fisura para colar su sermón del dolor, el pecado y la culpa. Cierto: los ‘pijos cayetanos’ y los ‘progres woke’ pueden acabar con nuestra paciencia. ‘Écrasez l’Infâme!’.

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