Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Lambán, Azcón y el grito como estrategia

Jorge Azcón (i) con Javier Lambán.
Jorge Azcón (i) con Javier Lambán.
Oliver Duch

Un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona revela que el tono excesivamente agudo transmite baja credibilidad y el grave genera sensaciones sombrías en el oyente. Aquí, directamente, gritamos. Y, algunos, a diario.

A falta de casi tres meses para las elecciones, los dos principales candidatos a la DGA se están golpeando políticamente a la española. De lunes a domingo y sin pausa. Da lo mismo que da igual, se trata de arañar el voto en la disputa porque a las razones las visten las siglas, pese a lo que crean. Si Lambán le da una vuelta de tuerca al campo de fútbol -¿cuándo caerán en la cuenta nuestros representantes que llevan 20 años mareando las diferencias mientras La Romareda se cae?- Azcón le recrimina con el caso Mediador porque seguro que existe algún diputado aragonés que se fue a un prostíbulo con el puño y la rosa, que para eso hay una declaración convincente. Y así seguimos, con esa sensación de que aún no han entendido dos aspectos fundamentales: la experiencia de ambos no necesita muletas populistas y corren el serio riesgo de cansar al personal, que es el que introduce la papeleta en la urna. Esos marcajes férreos y contraprogramaciones de actos suponen tal vez un esfuerzo baldío. Quizá esto discurra por otros senderos: el de la tranquilidad en la propuesta y el de la detección de la necesidad real del ciudadano. Considerar como argumento lo que ambos se juegan es, sobre todo, desatender la regla de oro de la política: el espacio público está para solucionar los problemas de los demás, no para resolver los propios.

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