Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Gente de bien ¿Gente de mal?

Gente de bien ¿Gente de mal?
Gente de bien ¿Gente de mal?
Krisis'23

Dedico atención decreciente al discurso político; los contenidos se extraen de formularios manidos y se expresan con formatos retóricos previsibles y carentes de interés; incluso las pretenciosamente llamadas sesiones de control en que se limitan a superponer discursos previamente impresos. 

Me pasó desapercibida la referencia a ‘gente de bien’ en la intervención de Núñez Feijóo en sesión del Senado de 21 de febrero. Pudo alertarme que al día siguiente, en el Congreso, el presidente Sánchez la incorporase para fundamentar lo que debía ser un ataque demoledor, pero quedó oculta por el carácter dislocado de esas intervenciones parlamentarias ¿Dónde vas?, manzanas traigo.

Pero cuando periodistas de referencia le dirigieron su foco, temí haber estado poco atento. Cito uno de ellos, representativo de una línea de análisis muy compartida en los dos días siguientes: "una frase que le define, que explica cómo ve España el líder de la oposición. Es pura lógica elemental: si en la cabeza de Feijoo existe la ‘gente de bien’... es porque también existe la ‘gente de mal’".

Es un razonamiento inconsistente. Se basa en un falso dilema (eres o del bien o del mal) y la atribución a Feijóo de una inexistente afirmación en la cual estaría expulsando del paraíso a los votantes de los partidos que sustentan la mayoría parlamentaria del gobierno. Pero hay declaraciones de ministros y dirigentes socialistas que se han sentido molestos o incómodos con aspectos de esas leyes a las que se refiere Feijóo, y no encuentro la frase de la que los comentaristas infieren que considera ‘gentes del mal’ a esos votantes ajenos.

En contra de lecturas predispuestas, creo que ‘gente de bien’ es expresión casi
neutral, con muy poca carga moral

Hace dos años publiqué en estas páginas una tribuna dedicada a la ‘gente buena’. Si recuperamos el texto puede entenderse mi sorpresa por esta sobrerreacción que me debe convertir en protofascista. En contra de esas lecturas predispuestas, creo que ‘gente de bien’ es expresión casi neutral, con muy poca carga moral; muy semejante a otras como ‘gente sencilla’ o ‘gente corriente’, que no creo que nadie rechace con esa vehemencia. No describe una opción política ni moral, sino una actitud definida por ajustarse a principios simples orientados a facilitar la convivencia en nuestro hábitat. Remite a esa mayoría de vecinos, de ciudadanos, que orientan su actividad para hacer un poquito mejor la vida de las personas con las que se cruzan: cediendo el paso, abriendo una puerta, agradeciendo un servicio, sonriendo... La ‘civilitas’ romana a la que tanto debemos. Esta buena ciudadanía con carga ideológica débil, núcleo sin embargo de la civilización ¿No estábamos comprometidos con educar para la ciudadanía? ¿Será otra?

Usando herramientas de la Real Academia Española, podemos comprobar que es expresión usada por autores como García Márquez, Gracián, Blasco Ibáñez o Cervantes, al que cito: "De nosotros, señor Redoma, poco o nada hay que decir, porque somos gente de bien". Sin más, sin contraposición con gente del mal.

No debe confundirse ‘gente de bien’ con ‘gente bien’. No es legítimo atribuir a Feijóo esta asimilación. No es tampoco ‘gente del Bien’ entendida como personas comprometidas con una determinada concepción dogmática del Bien, que estos analistas identifican con la definición moral del cristianismo en su versión conservadora.

Muy semejante a otras como ‘gente sencilla’
o ‘gente corriente’, que no creo que nadie rechace con vehemencia

Las sociedades más estables se basan en unas pautas de comportamiento compartidas espontáneamente por una mayoría amplia, no raspada. Los fundadores griegos de la cultura política hablaban de politeia y de paideia. Los romanos usaban constantemente la referencia al ‘buen padre de familia’, concepto que fue de utilidad general y duradera, y que hoy sería cancelado por heteropatriarcal, clasista y esclavista.

Son referencias imprecisas, como ‘gente de bien’, insuficientes en un contexto de uso especializado, pero perfectamente funcionales y ajustadas al nivel de precisión requerido en un contexto de uso general sin plantear problemas para asignarles significado. Las ideologías ‘neo-’ se ceban en desacreditarlas; la nueva izquierda (new left) y los ‘neocon’. Destruyen (deconstruyen, dirán) este tipo de conceptos útiles, sin que hasta el momento hayan consolidado alternativas utilizables (no es el caso de ‘socialmente no alineado’ o ‘sexualmente disfuncional’ para sustituir a ‘psicópata’ o ‘pervertido’) ni siquiera protegidas, como están, por discursos agresivo-defensivos que propician la autocensura.

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