El nuevo autoritarismo

El nuevo autoritarismo
El nuevo autoritarismo
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Ya estamos en él. Casi toda la historia ha sido un ejemplo de autoritarismo. La posguerra mundial hasta 2001 ha sido la excepción en Occidente. Pero la vieja normalidad ha vuelto. El que manda manda y las cosas se hacen sin diálogo. 

Hay órdenes más o menos hábilmente camufladas. No nos damos cuenta porque es el día a día. No está bien visto que haya quien proteste por la vida que nos ha tocado vivir. Pocas personas valientes se atreven a llevar la contraria al ambiente impuesto. Algo que está por encima de los rifirrafes políticos. Todo lo que nos ha cambiado la vida.

De repente, todo se aceleró. Se aceleró después del ataque a las Torres Gemelas (2001), cuando en aras de la seguridad se daba patente de corso al cercenamiento de las libertades. La crisis de Lehman Brothers (2008) dio un empujón más para que el autoritarismo económico fuera el punto de partida para el autoritarismo social, y en muchos casos, político. La pandemia de 2020 ha dado la puntilla al diálogo constructivo. Ahora las cosas se hacen porque sí, sin explicaciones. Todo son eslóganes y frases cortas, como en el móvil. No vayamos a cansar al otro. Se ha perdido la capacidad de dialogar, de argumentar. Total, para qué, si mando yo. ¿Para qué llegar a acuerdos? ¿Y con quién, si apenas hay otros? Por eso se ha llegado al ascenso vertiginoso de la polarización política.

Como la comunicación es rápida, no hay tiempo para pensar. Parecido a lo que ocurría en regímenes claramente autoritarios e incluso tiránicos (Robespierre, Hitler, Stalin, Mao…). No hay más pensamiento que el del Gran Hermano orwelliano. Solo que ahora el autoritarismo no tiene rostro. Y se vale de triquiñuelas. Con señuelos como poder decir cotilleos al instante a través del móvil, que también nos ofrece abundantes jueguecitos para párvulos. No hace falta pensar. ¿Para qué? Cierto que las nuevas tecnologías han mejorado las vidas de muchos. Incluso salvan vidas.

Se nos quiere cada vez más tontos. No hay más que ver la evolución del cine. A cambio de ver las películas en color, las nuevas generaciones no pueden visionar filmes en blanco y negro. Nos obligan a atiborrarnos de fútbol para no pensar, aprovechando el dinero de la península arábiga, donde no saben respetar los derechos humanos. La desaparición del pensamiento crítico.

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