Por
  • Carmen Puyó

Los genios no mueren

Carlos Sauras, en 2012, participa en el festival de cine etnográfico del Sobrarbe Espiello.
Carlos Sauras, en 2012, participa en el festival de cine etnográfico del Sobrarbe Espiello.
Rafael Gobantes

Mientras veía ayer por la tarde la nueva película de Spielberg, me enteré de que había muerto Carlos Saura

Tenía 91 años y una vida, seguro que sí, plena y completa, pero no por ello deja de impresionar la noticia de un adiós que se ha producido veinticuatro horas antes de la ceremonia de los Goya en la que él era uno de los galardonados, el Goya de Honor.

En esa película, ‘Los Fabelman’, Spielberg cuenta cómo descubrió el cine y se apasionó desde entonces por él. Fue en la primera película que vio, en la que chocan un coche y un tren. Yo descubrí a Carlos Saura y quise seguirle la pista desde entonces en una sesión de cinefórum, siendo una adolescente y asistiendo a la proyección de ‘La caza’, para mí su película más importante. Quizás no fuera la mejor, pero sí la que fue capaz de marcarnos a muchos y hacernos descubrir que el cine es mucho más que entretenimiento. Imposible olvidarse desde entonces de la aventura violenta de sus personajes. Porque lo que hizo el cineasta oscense en aquella obra, además de sortear hábilmente la censura, fue un retrato en profundidad de la violencia que duerme en el ser humano. ¿Un retrato de la España de la época también? Es posible, porque eso es algo que el autor de ‘Cría cuervos’ y de tantas obras magníficas, el creador total en el que se acabó convirtiendo, hizo en muchas de sus producciones. Porque, como él mismo dijo en más de una ocasión, había que «hacer cine contra Franco». Saura, al que tuve la suerte de entrevistar y de conocer en festivales como el de Espiello, era un artista total y un genio. Y, ya se sabe, los genios no mueren.

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