Castañuela

Castañuelas
Castañuelas
Pixabay

El transistor se cae de la cama mientras duermo. 

Con el trastazo cambia de emisora y entre sueños me paso un rato bailando a ritmo discotequero de los años ochenta. Agito la cabeza hasta que me crujen las cervicales, que me darán problemas el resto de mi vida (es lo que tiene haber sido una adolescente bailonga). Y el pelo me crece de repente como a una muñeca de mi infancia que no pedí a los Reyes Magos porque no me gustaban las muñecas. A mí me gustaba tocar las castañuelas, pero mi madre no consiguió que aprendiera y pronto desistí. Ella había aprendido de niña y también aprendió a cantar jotas. Ha conservado la costumbre de escribir alguna alusiva y personalizada para ocasiones especiales. No es que se considerase entonces moderno ni glamuroso ese colofón imprescindible en celebraciones familiares, y menos fuera de Aragón, pero ella no renunciaba a su ‘aragonesidad’. Pienso en todo esto a raíz de la exposición de cuarenta coplas seleccionadas por José Luis Melero que se puede ver en el restaurante del Palacio del Prior Ortal. Algunas son divertidas, otras tristes, y muchas rozan el surrealismo ("El cuarto donde yo duermo / es un cuarto tan pequeño, / que solo puedo dormir / cuando tengo poco sueño"). Durante la fiesta de inauguración Belén Montorio cantó maravillosamente "Nobleza y honra al nacer, por ser baturra me dieron…", que es la preferida de mi madre. Le pido a mi madre que me la cante mientras sacamos el belén de un altillo, "…y firmeza pa querer". Entre los adornos navideños sé que aparecerá una antigua pareja de castañuelas.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión