Qué lío

Qué lío
Qué lío
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La semana pasada conté aquí que las mujeres de la ficción actual son más sagaces y decididas que los hombres. 

Además, forzando otra tipología, planteé que ellas representan a las personas pundonorosas, y ellos, a las que van a lo mínimo. Pues bien, ambas cuestiones me han sido contestadas.

Respecto a la primera, dado que se me ha recordado que el hombre sigue protagonizando la mayoría de los relatos, he tanteado más series y películas de la última hornada y he comprobado que, incluso en las que más pesa lo varonil, hay mujeres bravas e independientes. Estas antes no aparecían, o bien, si lo hacían, eran excepciones que acababan penando su libertad.

En segundo lugar, en cuanto a la distinción referida, aclaro que era retórica. En efecto, lo sexual no determina lo voluntarioso o lo parasitario de una persona. Así y todo, igual para la abnegación que para el escaqueo, aprecio en lo femenino un plus de efectividad, el corte del bisturí, más preciso que el del machete. Biología aparte, quizás esto obedezca a que durante milenios de patriarcado la mujer ha tenido que desarrollar ciertas habilidades.

Lo anterior no quita para que ellas puedan igualar al más torpe de los hombres. Tenemos casos bien recientes de lideresas políticas, de uno y otro signo, tan admirablemente decididas, como lamentablemente precipitadas. Ahora bien, personalmente, temo más a las brigadas de testosterona que se presenten para apagar sus incendios. Un temor sexista, que no sé si es machista, por condescendiente con las damas, o lo contrario, es decir, acorde con la doctrina imperante. Qué lío.

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