Falta muelle

Falta muelle
Falta muelle
Pixabay

En mi escritorio hay seis o siete libretitas en las que voy anotando cosas. 

Soy tan desorganizada que las anotaciones pueden ser la lectura de un contador de agua, una frase literaria que he leído en algún sito, una lista de la compra o una ocurrencia de última hora. Las musas nunca me pillan trabajando, la verdad. Ellas, a las que no pongo cara, se me aparecen en los momentos más inoportunos y no suelo hacerles caso. Solo sé que las musas tienen ojillos rojos. En una de mis libretitas busco un teléfono antiguo que mi móvil borró a su antojo. Buscando y rebuscando, encuentro una hoja casi en blanco en la que hay una sola anotación con bolígrafo rojo que dice "Falta muelle". No sé si lo anotado en su día, hace meses o años, es algo técnico –como alguna pieza de una lámpara– o es el inicio de un poema. Antoine no me saca de dudas. Le doy vueltas al muelle. He estado cenando con dos escritores y puede que esa mera circunstancia me incline a una interpretación literaria del asunto. En la red no encuentro nada que me sirva de ayuda. Paso de internet. Hace justo veinte años que publiqué mi primera columna en este periódico, la cual escribí a mano y envié por correo postal desde Los Baños de Benasque, donde solo había un teléfono de monedas y la prensa del día anterior. Para mi segundo artículo las musas ya me habían abandonado. El muelle, me parece a mí, necesita cierto engrase, y eso es pura mecánica. Y en plan literario o simbólico, podría ser que el muelle representara la tolerancia, la amortiguación de ciertas brusquedades, el afán de un mundo más apaciguado.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión