Subdirectora de Desarrollo Digital

El peligro de la costumbre

Dos personas visitan una tumba en un cementerio improvisado en Mariúpol.
El peligro de la costumbre
A. Ermochenko/Reuters

Ucrania reclama más armas para ganar la guerra. 

Pero ya no las reclama desde grandes titulares, sus gritos se han ido amortiguando por la crisis económica, que nos toca más de cerca. La guerra se ha enquistado. Los frentes no avanzan apenas, y cuando lo hacen es porque Rusia ha ganado terreno. Ucrania sigue peleando pero no tiene fuerza suficiente a juzgar por la evolución del conflicto. Resiste. Pero nada más. Pide armas y Europa y Estados Unidos envían blindados, misiles, cohetes, cañones, lanzacohetes, drones… Pero, según ‘The Economist’, Rusia dispara en dos semanas el arsenal que Estados Unidos fabrica en un año. Y así no hay quien pueda.

Mientras tanto, en África faltan cereales debido al bloqueo del grano ucraniano: la sombra de la hambruna asoma. Y Europa comienza a probar su propia medicina. La inflación galopa sin conocer fronteras y el invierno cada vez se parece más a aquel temible ‘Winter is coming’ de Juego de Tronos. También será frío como nunca, con poco dinero en los bolsillos y con el gas y el gasoil caros o escasos.

Las conversaciones de paz languidecen y Putin advierte que Rusia no ha empezado aún "nada serio" en Ucrania. En Kiev los niños van al cole y la gente a trabajar con un ojo puesto en el cielo por si bombardean. La vida se abre paso incluso en las guerras.

Creo que el mayor de los peligros es acostumbrarse a esto. Considerar la guerra algo cotidiano. Despreciar el dolor ajeno por costumbre. Asumir que el invierno será frío y la pobreza mayor como algo inevitable. 

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