AVE con lentejas

Imagen del AVE
AVE con lentejas
Renfe

El 10 de marzo compré un billete de AVE para viajar desde Madrid a Zaragoza. 

Todo marchaba con la normalidad que acostumbra un jueves de marzo, hasta que Renfe nos envió un correo notificando un posible retraso en la hora de salida. Un imprevisto molesto pero asumible: todo se puede romper. Esperé con paciencia, como todos los pasajeros aglomerados en el embarque, a los que (entre aplausos y risas como respuesta), se nos recordó por megafonía que guardáramos la distancia de seguridad.

El aviso fue que primero embarcaran los que viajaban en los vagones del 1 al 8; después, con varios minutos de diferencia, subimos los pasajeros del resto de los vagones. Llegué a Zaragoza con 46 minutos de retraso, así que, en base al compromiso de Renfe, reclamé la devolución de mi billete pues superados los 30 minutos corresponde el 100%. La primera sorpresa fue cuando vi que solo se me planteaba vía web la devolución del 50%. Escribí a Renfe, les di mis datos, y respondieron que mi tren había llegado con 24 minutos de retraso. Mentira. Les insistí. Me respondieron que es lo que había: como lentejas, o los tomas o los dejas o vas a las Juntas Arbitrales de Transporte. No cedí. No se puede ante una mentira. Escribí a ADIF. Efectivamente, confirmaron que mi tren había llegado con los citados 46 minutos de retraso. Envié a Renfe esa información, la recibieron y los informes pertinentes tardaron más tiempo que disponer de un tren digno a Teruel. Tras todo esto, Renfe me dio la razón y me dijo que fuera en persona a recuperar mi dinero. En la web, a día 18 de mayo (que es cuando escribo esta columna), mi indemnización sigue siendo del 50%. Como periodista, he pedido me envíen cuántas personas viajaron a Zaragoza como yo a partir del vagón 8 ese día; no me han facilitado esa información que me haría calcular cuántos viajeros presuntamente pueden haber padecido la misma situación, perdiendo parte de su dinero.

Y lo de menos, de verdad, son los euros del billete; pero somos consumidores, merecemos respeto, y más de una empresa pública que algunos plantean como alternativa a los contaminantes coches de unas clases medias y bajas, mayoritarias, víctimas de la alergia política a hablar sobre todo de ricos y pobres como eje fundamental para plantear soluciones. Cada paso, en fin, una victoria.

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