El fin no justifica los medios
El presidente del Gobierno ha entregado a Oriol Junqueras y Pere Aragonès la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, para seguir aspirando a culminar la legislatura. Pedro Sánchez consigue así calmar las aguas dentro ERC, que a su vez gana margen de maniobra ante los sectores más recalcitrantes del independentismo catalán, empezando por sus socios de Junts. El precio de esta humillante maniobra orquestada en la Moncloa, con el ministro Bolaños como director de orquesta, es muy alto: debilita la credibilidad del CNI, desautoriza a la ministra Robles y, sobre todo, lanza el desalentador mensaje de que el Ejecutivo satisface las injustificadas exigencias de quienes han demostrado su voluntad de sabotear al Estado. El fin, por democrático que sea el objetivo de retener apoyos para agotar la legislatura, no justifica todos los medios.
El Gobierno había dejado claro, a través de la ministra de quien depende el Centro Nacional de Inteligencia, que no había razones objetivas para cesar a Paz Esteban. Ayer mismo, tras el Consejo de Ministros, no se explicó ninguna en la rueda de prensa. El propio PSOE había elogiado su actuación ejemplar por haber vigilado legalmente a quienes amenazaban la seguridad nacional. Sin embargo, Pedro Sánchez la ha convertido en chivo expiatorio, con la sorprendente colaboración de Margarita Robles, quien había defendido con ahínco la labor de Esteban pero ayer, de manera incoherente y poco digna, la dejó en la estacada y justificó su cese con eufemismos.
El inquilino de la Moncloa conseguirá continuar a flote en el Parlamento. Pero la degradación a la que para ello está sometiendo al Estado tiene un límite. Se lo han vuelto a decir las fuerzas constitucionalistas, desde Feijóo (PP) a García-Page (PSOE). Ceder al chantaje solo sirve para reforzar a los chantajistas, de hecho los aliados de Sánchez ya le han pedido más destituciones.
