El ejemplo de Nadal

Rafael Nadal posa con la copa Norman Brookes antes de depositarla en las vitrinas del Rafa Nadal Museum
El ejemplo de Nadal
Rafa Nadal Academy by Movistar/EFE

El triunfo de Rafa Nadal hace tres semanas en el Abierto de Australia, superando condiciones muy adversas, ha convertido al tenista en un icono de la perseverancia y del esfuerzo, lo cual me parece muy bien, siempre que ello no lo erija en un modelo social.

Debido a lo extraordinario de sus facultades, incluidas las mentales, estudiadas por la neurociencia, Nadal no es un buen ejemplo. Para explicarme mejor, añado que, por la misma razón, en un ámbito distinto, tampoco lo es Santiago Ramón y Cajal.

Nadal puede ser el referente de una promesa superdotada del tenis, al igual que el mencionado Nobel español inspiró a Rita Levi-Montalcini, pero ninguna de estas individualidades es un espejo asumible por la gente corriente. De modo que, para fomentar las ciencias entre las niñas, está muy bien que estas conozcan figuras como Marie Curie, Levi-Montalcini o Margarita Salas, pero creo que sus guías han de ser más cercanas y comunes. El modelo excepcional no produce emulación, sino desánimo.

Por otra parte, el deporte de élite dejó de ser la actividad saludable y divertida de una minoría. Se profesionalizó y hoy devora a quienes lo practican. El propio Nadal vive desde los cuatro años bajo un duro régimen competitivo, sometido a lemas como "si no eres capaz de derrotar a tu rival, al menos no le ayudes a que él te venza", según cuenta Toni Nadal, su primer mentor. Por eso, lo que más admiro del gran campeón mallorquín es que, pese a todo, se mantenga tan normal y equilibrado. Excepción hecha, claro, de esa perturbadora obsesión suya por seguir ganando torneos.

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