Del pasado

Uno de los cuadros más audaces de Goya: 'Duelo a garrotazos', de las Pinturas Negras.
 'Duelo a garrotazos', de las Pinturas Negras.
Goya / Museo del Prado.

Si el genio de una lámpara me concediera tres momentos del pasado a los que regresar, tal vez no elegiría ninguno de mi vida. 

Es cierto que podría enmendar algunos errores que no me he perdonado. Podría elegir caminos menos abruptos en esos momentos de la vida en que te encuentras ante una bifurcación. Podría hacer cosas que mi falta de voluntad me ha hurtado.

Pero es imposible vivir dos veces y por tanto elegiría viajar a otros pasados. Me gustaría integrarme, como la protagonista de ‘El viaje de las palabras’ de Clara Usón, en el entorno de Antón Chejov. Ella se traslada a 1892 a la finca Melojovo como una supuesta condesa española. Como conoce la vida y obra del escritor al que idolatra, se atreve a sugerirle argumentos de obras que Chejov a aún no ha escrito. Se da cuenta de que su familia lo exprime y lamenta que no sea capaz de desatender sus obligaciones morales en pro de la literatura.

Otro momento del pasado muy interesante sería el de los últimos años de Goya en Burdeos. Además de entrevistarlo sobre los muchos misterios que aún le rodean, le advertiría de lo que Berna González Harbour cuenta maravillosamente en su estupendo libro ‘Goya en el país de los garrotazos’: que donar la Quinta del Sordo –con sus impresionantes pinturas negras- a su nietísimo Mariano es un grave error; que su familia, como la de Chejov, nunca estará a la altura de las circunstancias. Comparto con las autoras que he mencionado la devoción por Goya y por Chejov. Porque como dice Berna González Harbour, su vida nos hace mejores, nos hace más grandes.

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