Género y pobreza

Opinión
'Género y pobreza'
POL

Acabamos de conocer dos de los Premios Princesa de Asturias. 

Gloria Steinem (Toledo, Ohio, 87 años), Premio de Comunicación y Humanidades 2021. Amartya Sen (Santiniketan, la India, 87 años), Premio de las Ciencias Sociales 2021. Coinciden no solo en su edad, sino también en que ambos son figuras icónicas, fundamentales, que toda gran causa necesita: desigualdad y pobreza. La primera, inspiradora de la lucha de las mujeres y referente del movimiento feminista estadounidense a finales de 1960 y principios de 1970. Fue la autora de uno de los discursos referentes del movimiento feminista de Estados Unidos del siglo XX, durante la fundación de la Asamblea Política Nacional de Mujeres: ‘Llamamiento a las mujeres de América’. Su lucha la hemos vuelta a visualizar en ‘Mrs. America’, serie que recuerda el inicio de la lucha por la igualdad de derechos en Estados Unidos, y de paso, la segunda ola del feminismo.

Al leer sus declaraciones compruebas sus acentos comunes. Así, Gloria Steinem señala: "Hoy es tan importante atender a la división por género como a la pobreza". «Habría que garantizar el acceso a la tecnología, y la educación en la misma, porque hay partes del mundo en las que aún no tienen nada». Remarcaba cómo el futuro viene marcado por la desigualdad, por romper desde la brecha salarial a la necesidad de igualdad de oportunidades para niños y niñas. "Esas niñas que aquí y ahora están naciendo donde no hay aún un acceso igualitario a la educación, o a la salud, y en el que nadie va a animarla a ser lo que ella no tiene forma de saber que querrá ser. Esa niña es algo único, un milagro, como lo es cualquier ser humano de este planeta. Le dedico el Premio a ella, y a su futuro".

Dos de los galardonados este año con los Premios Princesa de Asturias, Gloria
Steinem y Amartya Sen, tienen en común la lucha contra la desigualdad

Un amigo muy querido, José Antonio Biescas, me regaló el libro de Amartya Sen: ‘Desarrollo y libertad. No me sorprendió al leerlo pues comprobé cómo ambos creían que economía y ética debían ir de la mano. También de la necesidad de alejarse de una concepción meramente técnica, profundizando en otros valores tradicionalmente alejados de la economía. Ideas que han creado escuela entre los defensores de los derechos humanos, que incluyen los derechos económicos y sociales, no solo los políticos y civiles. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que hace más de tres décadas creó, con la aportación central de Sen, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que no solo contiene la cuantificación de la producción y los servicios (producto interior bruto), sino aspectos como las expectativas de vida o la educación de los ciudadanos. Si no se mide así, los indicadores macroeconómicos no necesariamente mostrarán cómo viven en realidad los habitantes de un país.

Me impactó conocer su tesis de que el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos sino de las desigualdades en los mecanismos de distribución de los mismos. La necesidad de un crecimiento económico sostenido exige que las reformas políticas y sociales deban preceder a las reformas económicas. Para que funcione ese nudo gordiano entre democracia y capitalismo, ambos términos deben mantenerse en cierto equilibrio. Por ello señala que: "La desigualdad y la asimetría del poder tienen la potencia de erosionar las ventajas de la democracia. Y eso es lo que vemos ahora en la India". Con el dinero logrado con el Premio Nobel, creó la fundación Pratichi Trust, de ayuda a la alfabetización, la salud básica y la igualdad de género en la India y Bangladés. No es de extrañar pues, en su obra, la desigualdad que sufren las mujeres ha sido objeto de especial atención y sus investigaciones han influido durante décadas en las políticas contra la desigualdad extrema diseñadas en diversas organizaciones internacionales.

Hoy el gran reto es trabajar juntos por nuestra supervivencia como especie

Sin embargo, tras años de avances en esa lucha, la pandemia del coronavirus ha supuesto un serio retroceso. En un informe reciente, la ONU alertaba de que la peor recesión en 90 años había ocasionado la pérdida de 114 millones de puestos de trabajo y la expulsión a la pobreza extrema de unos 120 millones de personas. Como consecuencia de la pandemia pienso que se ha producido una globalización mental, que nos llama a no aislarnos, dado que se han derribado todas las barreras. Y retomando el concepto de Sen de libertad positiva, la capacidad real de una persona de hacer algo. Deberíamos dejar de pensar solamente en diferencias de género, de raza y de clase para pensar más en nuestra supervivencia como especie.

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