Heraldo del Campo

El Asalto, a velocidad de crucero

La novena edición del festival atravesó ayer su ecuador. Barrios como los de San José o Torrero han vivido por primera vez la experiencia de ver pintar un muro. Los vecinos dicen estar "impresionados" y contentos de "volver a estar en el mapa cultural de Zaragoza"

Los vecinos de San José estuvieron muy pendientes de los progresos de Dulk con su mural de la calle de Monasterio de Samos.
El Asalto, a velocidad de crucero
Asier Alcorta

El Festival Asalto de Zaragoza afronta la segunda semana en esta edición que, por primera vez, dura 15 días, hasta el próximo 21. Y lo hace a velocidad de crucero, no solo porque el cuartel general ya está listo para disfrutarse y todos los muros en marcha (incluso, alguno acabado). También porque en esta novena entrega, con el desembarco en los barrios, se hace más evidente que nunca su importancia a la hora de recuperar espacios urbanos a través del arte y su capacidad de enlazar sin aspavientos cultura y calle atendiendo a todo tipo de públicos. 


En este sentido, los organizadores del Asalto han contado con la ayuda de Eduardo Galochino,   funcionario del Ayuntamiento adscrito a la Unidad de Revitalización Urbana de San José y vecino del barrio. Además, forma parte de la Plataforma para la Reapertura de la Harinera. Él ha trabajado, junto a la organización y Zaragoza Cultural, para que, en 2014, el Asalto pueda disponer de muros fuera de su habitual feudo del Casco Histórico, una idea que ha llegado para quedarse.  

A su juicio, la experiencia ha sido muy positiva: "Los vecinos están muy impresionados, es increíble encontrarte obras de arte cuando giras la esquina". "Se ha demostrado que se puede hacer cultura en los barrios, sentimos que, de nuevo, estamos en el mapa cultural de la ciudad", cuenta. Para Galochino, la llegada de Asalto a San José podría ser un acicate para la  reapertura de la Harinera como centro cultural. Por su parte, los organizadores del festival constatan que el trabajo de los artistas fuera del centro urbano ha empujado a personas que habitualmente no van a esos barrios a pasearse por ellos. Obras terminadas

Los que se animen, ya pueden disfrutar de la obra terminada que estos días han tenido oportunidad de ver crecer los vecinos de San José. En la calle de Monasterio de Samos se eleva un imponente muro que ahora abarrotan las figuras de Dulk, algo así como un Bosco ‘pop’. El artista ha querido dejar en Zaragoza una denuncia de cómo el hombre maltrata la naturaleza, llevando a ciertos animales a la extinción. La apariencia alegre de su obra, donde varios animales rodean en busca de ayuda a una Caperucita, contrasta con lo tenebroso del mensaje. A pocos metros, en la calle Castelar, el griego iNo ha jugado con el blanco, el negro y las figuras poligonales para crear los rostros de un hombre y un águila. Ellos han terminado y ceden el testigo a los franceses Nicolas & Amandine, que en la calle Manuel Lacruz del Arrabal acaban de comenzar a pintar al alimón un muro con figuras muy influídas por la cultura popular y los personajes animados, como los de ‘Hora de aventuras’. Justo al lado, el argentino Pastel despliega toda su sensibilidad como arquitecto y artista urbano: "He estudiado la historia de Zaragoza antes de venir, sus paisajes, su vegetación, sus guerras, el mudéjar", explicaba ayer. "Lo que busco es dejar una obra que dialogue con el entorno, que no distorsione la realidad de los vecinos que van a tener que convivir con él todos los días. No me gustan los arquitectos que hacen obras sin conocer la zona, sin adaptarse, como un puente que tienen aquí de Zaha Hadid...", argumenta. 


Pese al calor que no esperaba, está encantado con el ambiente:"Pasan muchos niños, y cada día una me grita:“¡Qué feo lo que haces!”. Yo también te quiero, le contesto...".