'El clan de hierro': hermanos en la lucha
El mundo del ‘wrestling’, antes conocido por aquí como ‘pressing catch’, encierra singularidad por el atractivo que ejerce, especialmente en Estados Unidos, en su condición de show orquestado e hipermusculado. También por las sombras que se intuyen detrás, debido a lo que sugieren la ingesta de sustancias para ganar potencia o para que el cuerpo resista, las adicciones y las muertes tempranas.
‘El clan de hierro’ muestra el funcionamiento interno de este espectáculo a partir de la historia de los Von Erich, cuatro hermanos texanos (Kevin, David, Kerry y Michael) que siguieron los pasos de su duro padre y se convirtieron en rostros de la lucha libre de los años 80. Sean Durkin, autor de ‘Martha Marcy May Marlene’, articula de forma más que inspirada un drama de poso triste por las sacudidas de la vida cuando los personajes tocan la cima. En su tratamiento, muy sólido y apreciable, el director comparte méritos con el estupendo reparto encabezado por un sorprendente (y no solo por su aspecto físico) Zac Efron.
La película, que para evitar mayor dureza omite lo relacionado con Chris, el hermano pequeño, así como otros detalles, describe la unión fraternal en un marco familiar determinado por el influjo y la presión de la figura paterna. Expone que en la perspectiva del patriarca únicamente caben la lucha y el esfuerzo para que el hijo más preparado en cada momento gane el cinturón de campeón mundial de los pesos pesados. Conforme las tragedias se encadenan cobran sentido las palabras iniciales alusivas a la maldición del clan, sensación canalizada a través de Kevin.
El destacado trabajo de Durkin queda patente en las implicaciones transmitidas, en la viveza que adquiere la cuestión de lo que se reprime y se intenta soportar, en su brillante uso de la elipsis (en la escena del primer combate por el título y en la del accidente) o en la plasmación de la enajenada pelea del protagonista con Ric Flair.
