El cuerpo, el sexo, el deseo reprimido
Hay que ser muy valiente, tener las ideas muy claras y saber qué es lo que se quiere contar par afrontar un argumento como el de ‘Creatura’. Su directora, Elena Martín, autora del guión junto a la también realizadora Clara Roquet, había hecho hasta ahora varios trabajos para televisión algún vídeo musical –para Rigoberta Bandini– y, en 2017, un primer largometraje, ‘Júlia ist’. Seis años después, la cineasta se adentra en un relato más complejo, en el que aborda el deseo sexual y el sentimiento de culpa que lleva a la autorepresión y puede convertirse en trastorno físico y psíquico.
La película se desarrolla en tres etapas, infancia, adolescencia y madurez de su protagonista, y el escenario es siempre una casa de veraneo, la de la abuela. En ese lugar, al que vuelve Mila para vivir con su pareja, es dónde ella es consciente de que allí comenzaron los problemas con su cuerpo. El rechazo que sentía hacia algo que notaba y no sabía describir le ha acompañado siempre y ha marcado, y marca, sus relaciones de pareja.
La represión, la falta de educación sexual, que nadie explique a un niño que le sucede a su cuerpo, el efecto que tiene y tendrá en su vida futura, son conceptos siempre presentes en esta película intensa y compleja. Además del talento que muestra en el tratamiento de cada uno de sus personajes, a los que impregna de autenticidad y a los que en ningún caso trata de exculpar o juzgar, son como los ha ido haciendo la vida, no hay juicios previos, uno de los muchos méritos de Elena Martin es la sutileza.
Cada escena está cuidada al máximo para que haya verdad y ausencia de tonos grises, nada que pueda molestar o dar otro cariz al filme. Los actores se entregan a la directora –que encarna, además, a la protagonista– totalmente, transformados en aquellos que quiere que sean y son. Buena película, muy interesante y sorprendente. Fue nombrada mejor película en el Festival de Cannes.
