Por
  • Luis Alfonso bes

Filarmónica de Berlín: en todo su esplendor

Los músicos de la orquesta, saludando al público antes de iniciarse el concierto.
Los músicos de la orquesta, saludando al público antes de iniciarse el concierto.
Oliver Duch

Sonido consistente y sólido en todas las secciones orquestales. Kirill Petrenko, ante su Berliner Philharmoniker, obtuvo una riqueza formidable de matices y reguló la intensidad acústica en cada frase sin dejarse ni un peldaño en las gradaciones del muy conocido y pegadizo ‘allegro con brio’ de la ‘Sinfonía nº 25’, de W. A. Mozart. Una obra popularizada por el filme, ya clásico, ‘Amadeus’, de Milos Forman.

La prestigiosa agrupación alemana, que pareció sentirse como en casa en una sala Mozart de gran parecido arquitectónico con su hall de residencia berlinés, atacó luego ‘Exultate Jubilate, K.165’ con la soprano Louise Alder a la voz cantante. Alder, que lució timbre hermoso y agilidad para la coloratura, mostró limitación en intensidad en la primera octava, especialmente en el allegro inicial, donde estuvo algo conservadora. No obstante acabó dejando buen sabor de boca en el movimiento final, de hechuras operísticas, de este motete de un Mozart adolescente.

orquesta filarmónica de berlín *****
Programa:'Sinfonía número 25 en sol menor, K. 183' y 'Exultate Jubilate, K. 165', de W. A. Mozart; y 'Sinfonía número 4, en re menor, op. 120 (segunda versión, de 1851), de R. Schumann
Soprano: Louise Alder. 
Director: Kirill Petrenko

El programa, no muy largo, concluyó con la ‘Sinfonía nº 4’, de R. Schumann, de la que violines segundos y fagotes articularon su tema central con la animación que prescribe la partitura. Rasgos que la Filarmónica de Berlín mantuvo en el scherzo, donde resaltaron notablemente su ritmo y su ímpetu dinámico, exhibiendo la riqueza tímbrica de todas sus secciones. Sin pausas, la agrupación germana derivó hacia el movimiento final, recorriendo sus senderos sonoros con nobleza de sonido y solemnidad muy destacables. Trompas y trombones lidiaron con sus difíciles pasajes con la solvencia y el lucimiento propios de la fama que los precede. La fama que precede a la mítica Orquesta Filarmónica de Berlín, que puso el broche a su cuarta actuación en Zaragoza en un ambiente de alegría y triunfo, bajo la dirección portentosa de Kirill Petrenko.

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