Ros Beret, músico: "Corría a leer, ver y escuchar todo lo que citaba Carlos Castán"

Belverino del año 80, actor en clave bululú, canta y escribe en el grupo Bladimir Ros, que actúa hoy (20.30) en la López junto a Pablo Und Destruktion.

El músico Ros Beret, el pasado miércoles, en Zaragoza.
El músico Ros Beret, el pasado miércoles, en Zaragoza.
José Miguel Marco

El mejor disco aragonés de 2022 para HERALDO es ‘La batalla por las tabernas’. ¿Es tabernaria la música de Bladimir Ros?
Sí, me gusta gente como Brel, Vinicio Capossela, Celentano, Paolo Conte... pero Bladimir Ros es una banda, la música la hacen los otros, yo canto y escribo las letras. Todo nació en el Teatro de las Ánimas con Carlos Chahuán; allí había todo tipo de instrumentos, venían muchos músicos y tocaban. Yo cantaba porque tengo poca vergüenza y proyecto bien la voz, no había micro. Sonaban desde Pogues a ‘standards’ de jazz, ¡no eran ‘jams’ finas! Lo del ‘mejor disco’, pues se agradece, claro; a ver si le pica la curiosidad a la gente y vienen a la López.

¿Dónde tiene más eco el grupo?
Aquí hay un público fiel, no masivo, que nos sigue, vinieron en el Pilar a la Estación del Norte, van a los conciertos… pero en Logroño tocamos hace poco para siete personas; no vendría mal un poco de cariño de Radio 3 y entrar en festivales. En Gijón y en Málaga, gracias a dos contactos de hace años, nos va bien. En la López haremos canciones del primer disco, del segundo y algunas no grabadas.

¿Qué poso traía de su infancia en Belver de Cinca? 

Conocía a los punkies gracias al entrenador de baloncesto, que nos grababa cintas de Eskorbuto, MCD o Cicatriz; en el bar de Blanco de Belver fui oyendo a Lou Reed, Pink Floyd, Dylan, Leonard Cohen… al pueblo llegaba todo quince o veinte años más tarde. Mi hermano mayor oía heavy, pero no me gustaba entonces ni me gusta ahora; de muy crío oía mucho más la música de mi abuela y de mi tía Pilar, la copla y el tango.

Carlos Castán fue su profesor en el colegio. Algo así marca.Estudié Filosofía en la Universidad, y lo hice por la influencia que ejerce un profesor de este tipo antes de tomar la decisión. En su caso, sin forzar, es así de magnético y, encima, un escritor maravilloso. Corría a leer, ver o escuchar todo lo que citaba en clase. 

Ros Beret también es un bululú, comediante que actúa solo y muda la voz según la condición del personaje que representa.
Me fascinó la palabra por su sonoridad y el punto misterioso y tierno que tiene. Me propuse encarnarla; fue Agustín de Rojas el que abordó el término en ‘El viaje entretenido’, libro que publicó a principios del siglo XVII. Cuando en vez de uno viajaban dos, el tándem se llamaba ñaque y decía Rojas que al menos se mataban los piojos el uno al otro; luego iban gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y compañía. Cada verano, desde hace catorce, soy bululú, sobre todo por el Alto Aragón y el Pirineo navarro.

¿Cómo traza el calendario?Ahora suelo actuar en unos 50 sitios cada verano, he ido repitiendo en donde más a gusto he estado y sigo estando cada vez que voy, como Sarsamarcuello o Mianos y el Roncal; antes mis veranos eran como los de todos los chavales de Belver, recogiendo melocotones en los campos familiares cuando acababan los exámenes. Un verano montamos entre cinco una minicompañía de teatro, a la aventura; lo pasamos bien, no ganamos nada. Dos o tres años después, sin trabajo, decidí hacerlo solo. La cosa tiraba y vi que acababa sacando un salario. En invierno hago poco, porque soy camarero en el Burger Paco de Zaragoza viernes y sábados, llevo ya tiempo, y me encanta el trabajo.

Seguro que le vienen con aquello de por qué repartir hamburguesas, siendo artista y ganándose el pan.
Sí, pero ya ves... La familia del Paco me trata bien, son amigos ya. Además, es una toma de tierra para mí: me gusta relacionarme de vez en cuando con gente que no es afín, incluyendo algún cretino, si aparece. En el libro que publiqué en 2021, llamado ‘Bululú’, impugnaba el concepto tradicional del éxito. Nunca me ha tentado probar en Madrid o Barcelona, y siendo justos, no he sido tentado para hacerlo. No es un objetivo que tenga, y no lo tomes por falsa humildad ni por lo contrario; me gusta ir a las plazas en verano, hacer mi ceremonia, sin estratificar nada ni complicar las cosas. En invierno prefiero leer, escribir, dar vueltas por ahí… y trabajar en el Burger Paco.

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