Leer. Sentir. Vivir

Leer es vida.
Leer es vida.

No fui de niña una gran lectora, me recuerdo, eso sí, con algunos de Enid Blyton, Torres de Malory, Los 5… y, sobre todo, Pollyanna, de Eleanor H. Porter, un libro triste y alegre a la vez, que me abrió al sentido de la vida, que aún hoy me hace relativizarla y me coloca en el suelo, porque tiendo a aquello de Ana María Matute: "Hay que inventarse la vida porque acaba siendo real". Tampoco recuerdo a mi madre poniéndose pesada para que cogiera un libro que no fuera de estudio, ni me leía nada por las noches. Yo tampoco lo he hecho con mis hijos.

Comencé a leer, como tantas cosas, por imitación, porque mis amigas hablaban de ello, porque estaba en la piscina mirando al cielo mientras el resto dormitaba o leía y no me hacían ni caso. Porque veía a mi padre con un libro; porque, en definitiva, pensaba que resultaría más interesante al resto, fundamentalmente a los chicos, si se me veía con un libro entre las manos. Vamos, que ligaría más.

Nunca fue así, pero descubrí que leer es soñar, reír, llorar, volar. Es ver el mundo a través de mil ojos, entender lo que eres gracias a la palabra. Maravillosa, siempre infinita. Te hace pensar, verte a través de otros, ponerte en su lugar, de personajes reales o irreales que te enfrentan a lo que muchas veces sientes y no te enteras porque no sabes ni cómo expresar; o, simplemente, comprobar que el mundo es enorme, como la felicidad o la desgracia. Que te enseña a salir de mil situaciones. A mirar a otros. A reflexionar. Analizar. Maravillarte. Indignarte.

Leer es vida. Y aprendes a encuadrarla en lo que tu mente imagina. A color, en blanco y negro; con esos tipos altos y bajos y guapos y feos, junto a mujeres perfectas e imperfectas. Cabalgando en verdes praderas, escondido en el horror de una trinchera, batallando en un mundo ilusorio, con simples anhelos: luchar por algo mejor, acabar con la hipocresía, el engaño, la vanidad. Entender el futuro a través de la Historia y sus intrigas. Navegar en un mar embravecido; surfear por sus siglos. Y amar. Siempre amar.

Feliz San Jorge.