RIESGO DE ERUPCIONES

Volcanes en España: el enemigo dormido

Tanto la península como las Islas Canarias están situadas próximas al borde de dos placas tectónicas, en el inicio de lo que se ha denominado la banda Alpino-Himalaya.

Un conjunto de nubes bajas rodea el volcán del Teide.
Volcanes en España: el enemigo dormido
SANTIAGO FERRERO/REUTERS

Aunque no lo parezca, España es tierra de volcanes. Tanto la península como las Islas Canarias están situadas próximas al borde de dos placas tectónicas, en el inicio de lo que se ha denominado la banda Alpino-Himalaya. Sin embargo, apenas nadie recuerda cuándo ocurrió la última erupción de cierta entidad, puesto que han pasado ya casi cuatro décadas -fue en 1971, en el volcán canario de Teneguía-. Lo que sí parece claro es que, en España, un episodio como el vivido con el Eyjafjalla no generaría tantos daños, puesto que no entraría en juego el verdadero enemigo del fenómeno que ha paralizado el tráfico aéreo en el continente: el viento.

Las grandes columnas de humo surgidas del Teide causaron en 2006 el último gran susto en España relacionado con un volcán, continuación de un episodio similar vivido dos años antes. La erupción parecía inminente pero al final, por fortuna, el pico más alto del país recuperó la tranquilidad.

"Fue solo una crisis sísmica. Iba asociada a un movimiento de magma que, en caso de ascender, hubiera dado lugar al riesgo de erupción", relata el vicepresidente del ICOG, José Luis Barrera.

Aun así, en los últimos años han surgido señales de alarma, por lo que muchos científicos han mostrado su inquietud por la isla tinerfeña, más si se tiene en cuenta que es uno de los principales destinos turísticos del país. "Tenerife es nuestra gran preocupación y nuestro gran problema", admitió hace justo un año, en una conferencia, Alicia García, vulcanóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A la vez, un estudio de la Universidad de Granada alertaba de que, de producirse una explosión en el Teide, esta sería "muy violenta".

La erupción del Timanfaya

El propio Instituto Geográfico Nacional, responsable de la vigilancia volcánica en España, asegura, a través de la directora del Observatorio Geofísico Central, Carmen López, "ha trabajado para intensificar su vigilancia" desde 2004. "En estos momentos no parece que haya riesgo de erupción a corto plazo, pero la situación puede cambiar en el futuro, por lo que continuamos vigilando su estado muy de cerca", precisa López.

"En Canarias, a lo largo de su historia geológica hay evidencias de explosiones violentísimas, como la de Roque Nublo, de la que hace entre 3,5 y 4 millones de años y que arrasó la isla entera", explica por su parte José Luis Barrera, vulcanólogo y vicepresidente del Colegio Oficial de Geólogos (ICOG).

De hecho, no hace demasiado tiempo, en 1730 -geológicamente, hace apenas un suspiro-, se registró la mayor tragedia constatable: la erupción del Timanfaya. "Estuvo activo seis años, aunque de manera intermitente. Un tercio de la isla huyó, y la mitad del territorio quedó cubierto de ceniza", relata Barrera.

En cualquier caso, resulta casi imposible que una eventual erupción causase tantos problemas al tráfico aéreo como el Eyjafjalla. Esto sostiene Santiago Beguería, geógrafo de la Estación Experimental del Aula Dei: "Lo que ha pasado en Islandia tiene que ver con lo que se conoce como corriente en chorro ('jet stream', en inglés), algo que está relacionado con la generación de borrascas y que en las estaciones de primavera y otoño es habitual", explica.

La corriente en chorro son flujos veloces de aire -pueden llegar a alcanzar los 500 kilómetros por hora- y relativamente estrechos provocados por la confluencia de dos masas de distintas temperaturas (en este caso, las regiones ártica y atlántica). Se desplazan de oeste a este a causa de la rotación de la Tierra y, paradójicamente, son muy útiles para la navegación aérea, que se aprovecha de ellos para desplazarse con menos gasto. En el caso islandés, el chorro de viento contribuyó a esparcir por todo el continente la nube de ceniza, con los resultados conocidos.

En España, sin embargo, los perjuicios sería mucho menores en esta cuestión. "En el caso del Teide -cuenta Beguería-, los vientos van en dirección oeste: por algo Colón pasó por las Islas Canarias para ir a América. Tendría que darse una situación meteorológica muy anómala" para que el aire tomara el camino inverso, apunta.