PLENO EN EL CONGRESO

El Congreso da la espalda al nuevo Gobierno de Zapatero

El jefe del Ejecutivo afirma que su nuevo equipo marca el punto de inflexión hacia la recuperación económica.

Zapatero habla con Rubalcaba en el Congreso
El Congreso da la espalda al nuevo Gobierno de Zapatero
EFE

Ni un solo aval logró recabar José Luis Rodríguez Zapatero en la puesta de largo de su nuevo Gobierno en el Congreso. La oposición al completo, desde el Partido Popular hasta el último diputado del grupo mixto, cuestionó este miércoles los criterios seguidos por el jefe del Ejecutivo para acometer la primera remodelación gubernamental de la legislatura y la idoneidad de su nueva configuración para hacer frente a la crisis.


Los guiños a las formaciones de izquierdas y el compromiso de tener cerrada la financiación autonómica y el traspaso de los cercanías a Cataluña en mayo próximo no bastaron para amortiguar la soledad de los socialistas en la cámara baja. "Si quiere nuestro apoyo tendrá que hacer más que venir a contarnos que quiere acabar con los paraísos fiscales", resumió el parlamentario de Iniciativa per Catalunya (IU-ICV), Joan Herrera.


Rodríguez Zapatero había concebido su intervención ante el Parlamento como una ocasión para escenificar el 'nuevo ritmo' de su gabinete, dar imagen de dinamismo y tomar impulso de cara a las elecciones europeas del próximo 7 de julio. No era una sesión muy deseada. Solicitó comparecer para explicar los cambios ministeriales a remolque de las críticas del PP, pero una vez dado el paso pensó que podría reconducir el debate hacia otro terreno con píldoras como el escasamente novedoso anuncio la de la futura línea crediticia del ICO, pensada para que las pequeñas empresas y los autónomos puedan cobrar las facturas que les adeudan los ayuntamientos.


El jefe del Ejecutivo renunció de hecho a defender sus nombramientos, a pesar de que ése era el pretendido objeto de su discurso ante pleno. Sacó a relucir la presencia de España en el G-20 y en el Consejo de Estabilidad Financiera, e incluso insinuó que fueron las conclusiones de la conferencia económica de Londres las que le llevaron a sustituir a Pedro Solbes por Elena Salgado al frente de la vicepresidencia segunda.


Del resto de los nuevos ministros ni habló. Su único argumento, la frase más reiterada durante el debate, fue que el anterior Ejecutivo tenía la obligación de parar el golpe y que ahora empieza el despegue hacia la recuperación. "Queda tarea por hacer -admitió-, pero el rumbo está trazado".


Sus intentos de convencer al resto del arco parlamentario de que el vaso va camino de estar medio lleno fueron en balde. Ni uno sólo le felicitó, como a él le habría gustado, por la decisión de Audi de construir su nuevo todoterreno en la fábrica de Martorell, mérito a su juicio del ministro de Trabajo. Y nadie, salvo el PSOE, consideró digno de elogio que el fondo estatal de inversión local haya creado 57.000 nuevos empleos.

Tensión e insultos


La falta de apoyos disgustó a Rodríguez Zapatero hasta tal punto que descargó su rabieta contra la mayor parte de los portavoces y, en un gesto, muy poco habitual en su carácter, recurrió a la descalificación. El enfrentamiento más duro lo protagonizó con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka. En un debate agrio y tenso exteriorizaron la fractura de las relaciones entre ambos partidos por el futuro desalojo de los nacionalistas del Gobierno vasco.


Erkoreka le acusó de formar una Gobierno de "amiguetes", le otorgó una "credibilidad cero" y le achacó un despilfarro de altos cargos que no se veía desde los gabinetes predemocráticos. Como remate, le reprochó haberse quedado con el área de deportes para aprovecharse del éxito de los campeones internaciones y ofrecerle a los ciudadanos "pan y circo" para que olviden la crisis.


El presidente lamentó que el portavoz del PNV haya orillado su altura parlamentaria para adoptar el "estilo del chascarrillo" y calificó su discurso de "superficial y tontorrón". Animó al PNV a que reconozca que sus críticas no son a la política del Gobierno, sino por la pérdida de la 'lendakaritza'. "Ya sabemos que no nos van a votar en nada en el Congreso, que están en un medio idilio con el PP, pero sean sinceros y díganlo de una vez", añadió.


Erkoreka le contestó que sus "insultos" de hoy le afectan igual de poco que los "elogios" de ayer, le tildó de endiosado, sobrado y faltón y, con una cita taurina, le alertó de que "está perdiendo el sitio en el albero".


Los debates con ERC, IU-ICV, BNG y Coalición Canaria fueron más corteses, aunque todos marcaron distancias con el Ejecutivo y dejaron claro que si el presidente busca acuerdos tendrá que olvidarse de las buenas palabras y poner hechos concretos sobre la mesa. El Gobierno sabe que estos cuatro partidos, con el PNV y CiU fuera de su alcance, son sus únicos aliados potenciales para recuperar la estabilidad parlamentaria. Joan Ridao (ERC) dijo que "se hace muy difícil buscar complicidades con usted, un interlocutor inseguro al que se le mueve el suelo bajo los pies".


Herrera puso condiciones: "Su éxito o fracaso o su soledad o acompañamiento en el Parlamento irán en función de sus políticas".


Y Francisco Jorquera, del BNG, reprochó a Rodríguez Zapatero que no haya buscado apoyos estables hasta que se ha visto abandonado por todos, pero le animó a "apoyarse en la izquierda, que tiene disposición al diálogo". Como los anteriores, le exigió a cambio un giro a la izquierda y respeto a la pluralidad del Estado.


La canaria Ana Oramas dio a entender al presidente que si su Gobierno es sensible a las grandes dificultades de Canarias, cumple los compromisos y reacciona ante los apuros del turismo la colaboración en el Congreso con su grupo será posible.


CiU mantuvo su línea habitual. No se convertirá en socio del Gobierno y sólo pactará acuerdos que signifiquen un cambio de fondo en la política económica o que beneficien a Cataluña. Josep Antoni Durán i Lleida cree que el nuevo Ejecutivo es "más de lo mismo" y le advirtió que debido a una política "inapropiada" todas las "alarmas" de la economía española siguen encendidas.


Rosa Díez (UPyD) cree que este Gobierno es el del "despilfarro y el despropósito" y Uxue Barkos (Nafarroa Bai) entiende que no tiene "proyecto político".