gastronomía

Cierra un clásico restaurante de las Delicias de Zaragoza tras 47 años: "Estoy muy triste"

Era 1977 cuando Emilio Gambaro levantó la persiana de este establecimiento en la calle de Blanca de Navarra de la capital aragonesa.

Este restaurante de la capital aragonesa cierra este martes tras 47 años de trayectoria.
Este restaurante de la capital aragonesa cierra este martes tras 47 años de trayectoria.
Francisco Jiménez

"Oye, Emilio, que me han dicho que cierras". Emilio Gambaro asiente y la respuesta es un emotivo abrazo. "Estoy muy triste", confiesa a todos los clientes que le preguntan tras enterarse por el boca a boca. Después de 47 años, este martes cierra la puerta de su restaurante para siempre. Mientras tanto, recorre la barra y los salones invadido de recuerdos y del cariño de los parroquianos que se toman la última caña o las últimas cabezas asadas.

Cada paso sobre el terrazo de El Garito de Emilio es un paso en la vida de este restaurante del barrio de Las Delicias, que se convierte con su cierre en historia de la hostelería de Zaragoza. Los planes eran otros, pero el repentino fallecimiento de su hijo el pasado mes de octubre ha obligado a Emilio -78 años- y a su esposa, Consuelo Plaza -75 años- a tomar la decisión de colgar el cartel de la venta de los locales.

Emilio nació en Torre los Negros, un pueblo de la provincia de Teruel cercano al río Pancrudo. A los 13 años se mudó a Valencia, donde vivía su tío, y comenzó a trabajar como botones en el Hotel Regina. De ahí pasó al Astoria Palace, en ese momento considerado el quinto de Europa, y después a otros hoteles, restaurantes y salas de fiesta de Calpe, Benidorm, Sitges e, incluso, Francia. Siempre, con chaleco, corbata y alpargatas de esparto, como las de baturro.

Era 1977 cuando Emilio Gambaro levantó la persiana de este establecimiento en la calle de Blanca de Navarra de la capital aragonesa
Era 1977 cuando Emilio Gambaro levantó la persiana de este establecimiento en la calle de Blanca de Navarra de la capital aragonesa

Regresó a Aragón para cumplir el servicio militar y terminó abriendo con su hermano el bar Melodía en el barrio de San José de Zaragoza. En 1977 decidió emprender otro proyecto, un 'garito' que llevaba su nombre. "Bueno, cuando vino el de Sanidad y le dije que se iba a llamar El Garito de Emilio ya me dijo que este restaurante tenía poco de garito", rememora con cariño. La primera apariencia es de bar, pero al fondo del local se descubren varios salones.

"No hemos cerrado nunca, solo en la pandemia"

En una gran reforma unió tres locales de la calle de Blanca de Navarra, en el barrio de las Delicias, que recorre invadido de recuerdos 47 años más tarde. "Eran tiempos en los que se tenía muchas ganas de trabajar", reconoce. "He estado muchos años sin salir de aquí: de El Garito a casa y de casa a El Garito –revive-. No hemos cerrado nunca, solo en la pandemia".

Durante este tiempo han ofrecido comida tradicional, "de cuchara", como la define Gambaro. Ternasco de Aragón asado, callos, pescado fresco, caracoles, asaduras, sangre frita o empanadas de bonito son algunos de los platos que enumera. Y el martes era día de cocido.

"La cocina y el servicio son lo más importante de un negocio"

La barra también delata su impronta clásica, con madejas, boquerones o tapas, que les hicieron merecedores de premios en varios concursos. "Y las patatas bravas de Torre los Negros, que son con patatas torreznos y jamón", recomienda este hostelero. En algunos momentos al otro lado de la barra han llegado a estar hasta tres camareros sirviendo a destajo. "La cocina y el servicio son lo más importante de un negocio", valora Emilio. Menciona a cocineros que han estado al frente del negocio, como Jesús Gracia, que fue el primero, o Julio Hernández, entre muchos otros. "Han sido de lujo", los valora.

A lo largo de estas casi cinco décadas han servido a varias generaciones de la misma familia. "Han venido para el bautizo, después la comunión y hasta hemos celebrado su boda aquí", dice Emilio, con un fuerte sentimiento de agradecimiento a todos sus clientes. Tanto los que se sentaron a la mesa para festejar una celebración como para los que a diario han apoyado el brazo en la barra para tomarse un café. También tiene palabras para los estadounidenses que acudían cada viernes en los tiempos de la Base Americana o los equipos de fútbol que tomaron sus mesas como sede. "Algunos clientes han estado aquí más que yo –ríe-, venían de 9.00 a 12.45 y de 13.45 y hasta las 21.00".

El cierre de El Garito de Emilio se suma a otros que en los últimos meses se han anunciado en Zaragoza. Casa Emilio, Bar Antonio, Bar Génesis, El Museo de la Tortilla, La Kupela, Erzo o Casa Royo, entre otros. "La hostelería es un negocio muy comprometido, hay que estar todos los días al pie del cañón y a veces ya no se quiere tanta responsabilidad", analiza Emilio Gambaro.

Este miércoles, ya a puerta cerrada, apagará las máquinas y comenzarán a guardar los recuerdos que se observan en cada rincón del restaurante. Antes, este martes será un día de más despedidas con sus clientes: "Estoy muy agradecido a todos, siempre les tendré en la mente", concluye.

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