Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Gloria Álvarez Hernández, investigadora: "La tecnología debería venir como los medicamentos, con la dosis recomendada"

La profesora de Economía de la Empresa advierte del incremento de riesgos psicosociales debido a "una forma de trabajar cada vez más rápida".

Gloria Álvarez, de la Universidad Carlos III de Madrid, participó en la celebración del Día de la Seguridad y Salud Laboral en el Pignatelli.
Gloria Álvarez, de la Universidad Carlos III de Madrid, participó en la celebración del Día de la Seguridad y Salud Laboral en el Pignatelli.
Francisco Jiménez

Profesora de Innovación (Universidad Carlos III de Madrid y Universitat Oberta de Catalunya) y socia directora de Dubitare, un ‘think tank’ europeo especializado en la investigación social aplicada, Gloria Álvarez Hernández es doctora en Psicología Social, ingeniera de Telecomunicaciones y máster en Administración de Empresas. Los proyectos en los que trabaja son ‘Buenas prácticas en la promoción de la salud mental en el trabajo’, financiado por el INSST (Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo) en colaboración con Arturo Lahera (Universidad Complutense de Madrid) y Óscar Pérez (Universidad Pontificia Comillas). Y también en el proyecto ‘Prioridades y estrategias para la regulación de la intensidad del trabajo (cargas y presión)’, financiado por la Fundación Prevent.

¿Genera el avance de la digitalización nuevos riesgos para la seguridad y salud en el trabajo?
Los cambios tecnológicos, tal y como se están implementando, suponen en muchas ocasiones que trabajemos más rápido, con plazos muy ajustados y en nuestro tiempo libre, lo que da lugar a un continuo de trabajo. Ponemos más esfuerzo en el tiempo y no tenemos suficiente descanso para poder recuperarnos. Las tecnologías hacen también que los canales por donde vienen las demandas se multipliquen y que interacciones con muchos actores lo que puede sobrecargar al trabajador. Aunque la tecnología puede traernos una mayor flexibilidad y cierta autonomía, a menudo, supone, también, que se difuminen los límites de lo que es y no es trabajo y dónde y cuándo trabajamos. Como con los medicamentos, las tecnologías deberían venir con la dosis recomendada y los efectos secundarios, en los prospectos.

¿Poner coto a esas sobrecargas de trabajo requiere de una nueva ley o habría que reformar la que ya hay de prevención de riesgos?
No sé si en la actualidad estamos listos para generar esa ley sin unas conversaciones previas con los agentes sociales. Lo que sí hace falta en estos nuevos cambios que ha traído la digitalización es fijar un estándar de trabajo con demandas tolerables. Marcar ciertos umbrales que no se deberían cruzar o al menos que si se hace fuera en casos muy concretos.

¿Se están midiendo bien esos mayores riesgos psicosociales?
Tratando de cuantificar los riesgos, Óscar Pérez Zapata y yo hicimos un estudio para la Fundación Prevent en el que estimábamos que en torno a un 43% de los factores que contribuían a una mala salud mental de los trabajadores vienen de las condiciones de trabajo. Y los factores relacionados con cargas de trabajo excesivas (tener que trabajar muy rápido y atendiendo a varias tareas al mismo tiempo) serían los más importantes para evitar alrededor del 60% de los casos de mala salud mental.

Parece un contrasentido que sean los jóvenes, los que más dominan la tecnología, quienes más estén evidenciando los riesgos.
Sí, lo que hemos visto en nuestros estudios es que son jóvenes los que más se están quejando de las condiciones de trabajo y las están haciendo virales. Están aprovechando redes sociales como Tiktok y otras para que se hable de esas condiciones laborales. Al final, los jóvenes son los primeros en negarse a aceptar esta situación, de que realmente la digitalización lo abarque todo. Estamos en plena curva de subida de uso de las tecnologías no solo en el trabajo sino también en el ocio y la planificación del tiempo libre. Hay una hiperplanificación de todo. Al final la tecnología se come los huecos en nuestras vidas. Y al estar tan conectados, habría que fijar dinámicas para poner límites razonables. Lo haría más tolerable.

¿Qué me dice de las plataformas de reparto y de los ‘riders’?
La ‘plataformización’ del trabajo se puede interpretar como un caso extremo de digitalización. En ella también se dan dinámicas de intensificación del trabajo (más intensidad y esfuerzo en el tiempo de trabajo) y contextos de precariedad/inseguridad, pero también otras dinámicas como la evaluación continua e instantánea de tu trabajo (reputación y rankings), los falsos autónomos, estar 24x7 conectado, o la gestión algorítmica, que algunos investigadores resumen como una gestión más abarcadora, instantánea, interactiva y opaca.

¿Se trataría entonces de adecuar la gestión de los algoritmos a la de los tiempos de trabajo?
Las plataformas, en la misma línea que la digitalización en su conjunto, pueden, a priori, expandir las oportunidades de trabajo (sobre todo a ciertos colectivos) y favorecer la flexibilidad, pero los resultados sugieren que también potencian los riesgos de precarización e intensificación del trabajo. La ‘plataformización’ del trabajo necesita una regulación que, más allá del estatus legal del trabajador (de si legalmente operan como trabajadores autónomos o no), incorpore una visión más sociológica, que visibilice las condiciones de trabajo y sus potenciales efectos en la salud de los trabajadores.

¿Cómo se imagina el futuro del trabajo?
Me imagino un futuro con varios escenarios y varios tipos de organizaciones (desde las ‘legacy’ o las antiguas hasta una ‘plataformización’ pura, pasando por modelos más híbridos) conviviendo a la vez con distintos niveles de madurez digital. No todos cambiamos a la misma velocidad. En el escenario más positivo, aprendemos de los aciertos y fallos de los pioneros que pueden traducirse en la difusión de prácticas que hemos aprendido a regular y que luego van extendiendo a todos los sectores, haciéndolos más productivos y sostenibles. En este escenario positivo, democratizamos las competencias digitales y fomentamos organizaciones más sostenibles y saludables. En un escenario más pesimista, seguimos hablando de que las nuevas tecnologías robarán nuestros puestos de trabajo y dejamos que las condiciones de trabajo se deterioren. Pasar de escenarios malos a los buenos depende de la regulación y de las políticas, no de las tecnologías. En el aspecto positivo, hay indicios de que el camino hacia la regulación ha comenzado.

El anuncio del Gobierno de reducir la jornada laboral ¿será un beneficio o un perjuicio?
Primero hay que ver cómo se reduce esa jornada porque si lo que va a provocar es que vas a trabajar mucho más en menos tiempo, la salud laboral empeoraría. Entonces hay que buscar qué equilibrio es el adecuado.

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