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Marta Mozota, farmacéutica en Bielsa: “Se ha perdido venta porque nadie se hace de oro vendiendo mascarillas”

Esta joven de 26 años cogió el traspaso de la farmacia de la localidad oscense en el verano de 2019. Tras la fuerte inversión inicial, la pandemia le ha roto todas las previsiones.

Marta Mozota, natural de Aínsa, regenta la farmacia de Bielsa
Marta Mozota, natural de Aínsa, regenta la farmacia de Bielsa
Heraldo.es

Tras estudiar Farmacia en Barcelona, pasar un Erasmus en Bratislava (Eslovaquia) y sacarse un Máster de Nutrición en Madrid, Marta Mozota ha regresado a su tierra natal. Es de Aínsa y desde el verano de 2019 está al frente de la farmacia de Bielsa. Su anterior dueña se jubilaba y, después de meditar mucho la decisión, esta joven de 26 años se lanzó. Reconoce que fue un cambio de vida drástico y que al principio le costó, tanto por la rutina como por su nuevo trabajo.

Para ser su primer empleo no es uno cualquiera ya que se ha puesto al frente de su propio negocio en el medio rural. Además, está en una zona muy estacional, cuya época fuerte es el verano. De forma regular, en Bielsa viven unas 300 personas y la farmacia de Marta presta servicio a estos y a los vecinos de las aldeas pertenecientes al municipio.

La farmacia más cercana es la de Plan y a 30 kilómetros se sitúa la de Aínsa, a donde los habitantes de esta zona de Sobrarbe están más que habituados a desplazarse para realizar todas sus compras. Esto incluye las de farmacia, lo que para Marta también ha supuesto un reto. “He tenido que ganarme la confianza de los clientes y empezar un negocio prácticamente de cero”, explica.

Reconoce que los comienzos fueron más complicados de lo que pensó. Y eso que ya se hizo a la idea de que no sería fácil. La farmacia era muy antigua y tuvo que informatizar el sistema, cambiar todo el mobiliario y reorganizarlo todo. Para hacer frente a estos gastos y al traspaso, pidió un préstamo bancario. Al ser su primer contacto con el mercado laboral en el sector, Marta no tenía (y todavía le cuesta) contactos de proveedores y tampoco experiencia de cara al público al frente de un establecimiento farmacéutico.

A pesar de todo, el 1 de julio de 2019 subió la persiana de su farmacia. Era pleno verano, en temporada alta y con Bielsa lleno de turistas. Esto favoreció a un arranque difícil para Marta. “Nadie en mi familia es farmacéutico y al principio me costó hacerme con el negocio”, reconoce. Qué productos comprar, cuáles se venden más en los meses de verano y cuáles son los habituales, qué proveedor tiene los mejores precios… Estas y otras dudas asaltaban a Marta, sola al frente de la farmacia.

Pasaron los meses y cuando el negocio estaba más o menos encauzado, llegó la pandemia para complicarlo todo un poco más. De la noche a la mañana, Marta se convirtió en asesora sanitaria, por llamarlo de alguna forma, de muchos vecinos que acudían a su establecimiento para poder explicarle a alguien cara a cara su dolencia. “Los centros de salud tenían instrucciones de atender por teléfono y mucha gente no se quedaba tranquila si no les miraba una persona”, recuerda.

Para ella, tomar según qué decisiones o aconsejar a los clientes ha resultado muy complicado, sobre todo en los primeros meses. “Sientes mucha responsabilidad y es duro enfrentarse a algunas situaciones”, asegura. Al mismo tiempo, confiesa haber sentido miedo al contagio, ya que algunas personas acudían a la farmacia con sospechas de que podían estar contagiados. Además de no saber, en muchos casos, qué decirles, también temía por su salud y porque contraer el virus hubiera supuesto tener que cerrar la farmacia.

Pero la covid no ha afectado a Marta solo a nivel personal y de trato con el cliente, la caja de la farmacia también lo ha notado y mucho. “A pesar de lo que pueda parecer, se ha perdido venta en las farmacias porque nadie se hace de oro vendiendo mascarillas. El margen es muy bajo y se venden más por prestar un servicio que con un fin lucrativo”, asegura desde su experiencia en una farmacia rural.

“Los primeros meses de la pandemia, cuando había escasez, me costó mucho encontrar material, tanto mascarillas como guantes, geles o termómetros. Todavía no conocía a mucha gente en el sector”, explica. Después, cuando ya ha habido provisiones suficientes, algunos de estos productos se han puesto a la venta en supermercados. “Y con esos precios yo no puedo competir”, lamenta.

A estas dificultades hay que añadir que este invierno no se han vendido prácticamente antigripales ni antitusivos ya que la incidencia de catarros y gripes ha descendido por el aislamiento y el uso de la mascarilla. “El paracetamol se agotó un tiempo pero sobre todo llama la atención que medicamentos como el Frenadol no se han vendido nada en 2020”, dice Marta.

Con vistas (y cierto miedo) al próximo verano

Con optimismo pero con cierto miedo, Marta se plantea ya cómo afrontar un nuevo verano que no cree que vaya a ser del todo normal. “Es complicado hacer previsión de compras porque no sabes cuánta gente vendrá o qué género demandarán”, comenta. Además, hay ciertos productos, sobre todo los de parafarmacia, como cremas y otros que no son medicamentos, que no le sale rentable ni ofrecerlos. “Algunos los veo más baratos en internet de lo que me cuesta a mí comprarlos”, asegura.

Contra esto, así como contra las farmacias de ciudad, poco puede hacer. Pero Marta tiene claro que su negocio está en un pueblo y que esas carencias las debe suplir con otros aspectos. El trato personalizado y la confianza son valores que en núcleos pequeños de población se pueden explotar. Además, también por una cuestión logística, en la farmacia de Bielsa se trabaja mucho por encargo. Sobre todo en los meses de invierno y temporada baja.

En este aspecto más humano, Marta está contenta de cómo la han acogido en el pueblo. Aunque es su primera vez detrás del mostrador de una farmacia, el trato con el cliente ya lo había experimentado anteriormente. Sus padres tienen una empresa de turismo activo y durante muchos veranos ha trabajado de cara al público. Reconoce, eso sí, que no es para nada lo mismo, por el ámbito de acción.

Desde la covid-19, la farmacia de Bielsa está abierta de lunes a viernes solo por la mañana, en jornada intensiva hasta las 15.30. Antes, abría también por las tardes pero con el descenso de clientela, Marta ha reorganizado horarios. También hace guardias algunos fines de semana, a turnos con el establecimiento de Plan. De esta forma, los pacientes de su zona de salud, la de Lafortunada, siempre disponen de una farmacia abierta.

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