Golpe de timón

La ciencia económica va incorporando la preocupación por el medio ambiente.
La ciencia económica va incorporando la preocupación por el medio ambiente.
HERALDO

Solo el diez por ciento de las primeras cuarenta ediciones del llamado Premio Nobel de Economía, concedido desde 1969, reconocieron significativamente la vertiente ética de dicha disciplina, aunque sin llegar a anteponerla a los logros teóricos y técnicos. Se argüirá que la ciencia económica siempre presupone el criterio moral utilitarista de que la eficiencia maximiza el bienestar, pero es evidente que, abandonada la senda de David Hume o Adam Smith, la reflexión filosófica y moral está arrumbada en el patio trasero de la ortodoxia económica.

Ahora bien, quizás la Economía científica esté empezando a considerar que nunca ha dejado de ser una doctrina o un relato basado en valores. Así, frente a lo dicho de las cuarenta ediciones anteriores, de los diez últimos Nobel, cuatro han premiado estudios sobre regulación, cambio climático, pobreza y desempleo, con un marcado sesgo ético. En esta dirección, la corriente principal de la Economía está incorporando índices de la calidad de vida y del medio ambiente que matizan la obsesión por producir más al menor coste.

Paul Collier acaba de dar otra muestra de este golpe de timón de la ortodoxia en su libro ‘El futuro del capitalismo’. A partir del pragmatismo original de la Economía, evitando el utilitarismo y el individualismo a ultranza, Collier propone políticas públicas para un capitalismo ético y comunitario en el que la democracia liberal no se vea erosionada o puesta en peligro por el comercio global, los paraísos fiscales, la emigración y la exclusión social, más dañina que la desigualdad. Habrá que ver si este giro es moda o urgencia.

jusoz@unizar.es

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