El Burgos aplasta al Real Zaragoza (1-3)

Un decepcionante, atropellado, temerario e impreciso equipo aragonés recibe una dura goleada de uno de los peores visitantes de la categoría. Aunque Grau empató al filo del descanso el gol inicial de Montiel; Curro y Sancrís sentenciaron.

Partido Real Zaragoza-Burgos, jornada 38 de Segunda División, en La Romareda
Víctor Fernández gritando a los jugadores durante el partido
Oliver Duch

El Burgos puso en su sitio al Zaragoza y le dijo que al fútbol vertiginoso, visceral e impulsivo al que lo ha conducido Víctor Fernández le falta control, cohesión y pausa. La salvación deberá esperar algunos días. Al menos, esta semana los resultados acompañan. Pero el Zaragoza dejó una preocupante sensación de equipo atropellado, demasiado revolucionado y descompuesto: algunas de sus oleadas ofensivas le dieron ocasiones y oportunidades, pero también lo expuso y lo desguarneció de tal modo que el Burgos encontró el contexto ideal para triturarle. El fútbol es equilibrio y armonía, y el Zaragoza no tiene nada de eso. Fue un alma temeraria. El equipo, con Víctor, ha ganado producción en su ataque (cantidad más que calidad), pero todo tiene un precio. El Burgos, uno de los peores visitantes de Segunda, se lo cobró bien, con tres zarpazos que hicieron justicia a su modo inteligente, astuto y trabajado de afrontar el duelo. Bolo fue el claro triunfador de la batalla, de un partido en el que el Zaragoza pudo parecer que lo tenía a mano a base de arrebatos ofensivos, pero del que apenas sostuvo el verdadero manejo de la trama.

El regreso a la portería de Cristian Álvarez, después de seis meses entre lesiones y puestas a punto, animó las tertulias previas al partido. Badía venía de un mes con más dudas que certezas y eso le ha acabado costando el puesto a ojos de Víctor Fernández, quien mantuvo el 5–4-1 de Leganés, con Liso defendiendo ligeramente hacia la banda derecha, aunque el Zaragoza, en ataque, lo soltaba como segundo punta, en un agresivo 3-5-2 en el que Valera estiró el carril izquierdo. Poco a poco, aunque con enfoques, intenciones y marices diferentes, Víctor Fernández ha tendido a muchas de las soluciones tácticas exploradas en su día por Julio Velázquez. El fútbol es así de poliédrico: hay muchos modos de jugarlo aunque las cosas parezcan lo mismo.

El Zaragoza salió bien al partido. Muy activo, concentrado y mandón. Atrapó el gobierno y comenzó a jugarle al Burgos en su campo. Los visitantes se ordenaban en un 4-4-2 en el que Matos cedió a última hora su plaza en el lateral izquierdo. Aunque trató de ponerle minas por el camino con su presión alta al Zaragoza; el equipo de Víctor respiraba por su carriles, especialmente, por el flanco de Gámez, quien pudo darle desahogo, recorrido y contenido ofensivo desde su región habitual. Sus incursiones, secundadas por la diagonal de Liso hacia fuera en el desmarque, permitió al Zaragoza aparecer en el balcón del área del Burgos con claridad, peligro y continuidad de la mano de Mesa y Moya. El canario le dejó en bandeja, en una de esas acciones, una pelota de gol a Valera que el zurdo estrelló en el lateral de la red. Al Zaragoza lo movía Moya, timón y pulmón, cuya correa de transmisión unía y gestionaba a los suyos. Mesa volvió a aparecer en medio de su desconcierto habitual: sus pérdidas impuntuales y su juego de garabatos y barroquismos lastraba acciones y momentos, pero su fútbol se expandía cuando debía llegar al área. El Zaragoza ganaba campo por los carriles y con las aventuras de sus centrales: tanto Francés como Mouriño escaparon a la contención del Burgos con atrevidas y arriesgadas conducciones. El Burgos apenas se desordenaba, mientras que al Zaragoza le faltaba finura, temple, precisión y coordinación en sus últimos metros para convertir sus intenciones en algo concreto. Mesa peinó un centro de Gámez, poco después de que el Burgos amagara por primera vez con un toque leve de Álex Bermejo en una falta rasa de Montiel.

Pero, paso a paso, el Burgos fue condensando más balón, posesión y juego. Todo lo canalizaba Curro, hombre libre, con licencias para buscar la pelota, amasarla, avivarla y envenenarla. Un jugador de aire clásico, con porte de dandi, tocón y talentoso que empezó a marcar las pautas del choque al tiempo que Jony Montiel se soltaba desde la banda y multiplicaba el tráfico interior de su equipo. Grau y Moya apenas daban abasto. Con el Zaragoza desplegado, con Valera tirado arriba, Montiel agarró un balón, se fue a por la portería y encañonó a Cristian con un chut a la escuadra. La primera que le tiraban al argentino fue dentro, pero fue un balazo imparable.

El Burgos comenzó a hacerse superior tras el gol. A empezar a jugar con la pelota y a jugar con el Zaragoza, asociándose por dentro, aligerando el balón y removiendo sus jugadores.  Si no, buscaba en largo a Fer Niño… Un fútbol aseado que se imponía. En esas, Liso tiró alto un balón encontrado en el área pequeña y Toni Moya, en otra pelota cedida por Gámez desde la derecha, tiró al lado del palo. Y así, Liso se sacó un disparo de otra galaxia que fue al larguero, hasta que Moya, otra vez apareciendo por el carril central, insistió de lejos, con la fortuna de que un compañero suyo, Jaume Grau, la desvío lo justo, entrando la pelota a gol casi llorando, en un suspense que precedió a la explosión de La Romareda. El Zaragoza empataba en otro momento clave, al filo del descanso. 

Pero el Burgos golpeó rápido, de salida, con apenas unos segundos, buscando la gran debilidad del Zaragoza: la espalda de Valera. Curro cargó su zurda, y el balón tocó en Mouriño lo suficiente para desorientar a Cristian. De pronto, la historia estaba en el mismo sitio. Víctor había metido al campo a Jair Amador, para proteger mejor el juego directo sobre Fer Niño de lo que lo estaba haciendo un 'tocado' Lluis López, fallido como centinela.

Partido Real Zaragoza-Burgos, jornada 38 de Segunda División, en La Romareda
Partido Real Zaragoza-Burgos, jornada 38 de Segunda División, en La Romareda
Oliver Duch

El Burgos se adelantaba y el Zaragoza evaluaba los daños. Su salida a esa desventaja fue lanzarse a tumba abierta. El equipo de Víctor ha ganado muchas cosas en las últimas semanas, entre otras, esa vocación más ofensiva, pero le falta hacerlo más desde el control. Lo hace todo desde el instinto y el frenesí. Su vida es tomarse los partidos como una sucesión de carreras, un juego en el vértigo y la aceleración que le da ocasiones, como se vio, pero también lo expone y le descubre, le abre ciertas grietas, y le evita tomar las decisiones con algo más de pausa y razón. El Zaragoza, como decimos, se fue directo a por el Burgos al galope. Las opciones de gol manaron una detrás de otra: Liso lo volvió a intentar de lejos con su zurda de dinamita; a Grau se le fue una alta, sobre la cruceta; Mesa no atinó con un balón que le cedió Azón; Valera encontró portero de nuevo… Así emergió Caro, uno de esos arqueros microondas, más infalibles cuanto más se le calientan los guantes. El Burgos vivía quieto en la mata, agazapado… Más allá de un tiro manso de Appin poco más aportó en ataque hasta que el partido se paró porque Mumo y Elgezabal se abrieron sus cabezas. Mumo no siguió, relevado por Grego Sierra.

Con el Zaragoza en desbandada, abierto, sin ningún tipo de cohesión entre sus líneas separadas y dispersas; el Burgos salió de la madriguera. Una contra en la que Francés tuvo la mala pata de resbalarse permitió a Álex Sancrís anotar el tercero. El gol mató al Zaragoza, desorganizado y caótico. Víctor metió los cambios cuando ya estaba el ataúd camino del cementerio: demasiado tarde para resucitar algo. El sufrimiento aún no ha finalizado.

FICHA TÉCNICA

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez (Zedadka, 91), Mouriño, Lluis López (Jair Amador, 46), Francés, Valera (Cuenca, 91); Jaume Grau, Toni Moya, Maikel Mesa (Sergi Erich, 91); Liso y Azón.

Burgos: Caro; Borja (Espiau, 91), Elgezabal, Córdoba, Arroyo; Mumo (Grego Sierra, 75), Appin; Montiel (Ander Martín, 91), Curro, Álex Bermejo (Álex Sancrís, 63) ; Fer Niño (Dani Ojeda, 91).

Goles: 0-1, min. 27: Jony Montiel. 1-1, min 45: Jaumen Grau. 1-2, min 46: Curro. 1-3, min. 84: Álex Sancrís.

Árbitro: Lax Franco (Comité de Murcia) Mostró amarillas a Fran Gámez (21’), Borja González (54’).

Incidencias: Partido de la jornada 38 de liga jugado en La Romareda, ante 23.000 espectadores. El césped presentó un excepcional estado para la práctica del fútbol. Antes del partidos, se guardó un minuto de silencio en memoria de Santi Olmos, miembro de la secretaría técnica del Real Zaragoza fallecido esta semana.

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