REAL ZARAGOZA

Real Zaragoza-Andorra: cuando solo sirve la victoria

El equipo aragonés recibe este viernes al Andorra en una Romareda que ansía triunfos: solo ha visto 4 en 11 partidos. Velázquez necesita arrancar al equipo cuanto antes para salir de la 14ª plaza y de una racha paralizante.

Julio Velázquez, este jueves durante el entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva.
Julio Velázquez, este jueves durante el entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva.
Rubén Losada

Nace la segunda vuelta en la noche de este viernes en La Romareda. Lo hace a las 20.30 con el duelo Real Zaragoza-Andorra, el 14º contra el 19º en la tabla de este punto del ecuador de la liga de Segunda División. Los del Principado están, por lo tanto, en puesto de descenso, consecuencia de una campaña de suspenso, muy alejada de la pasada, donde fueron la revelación de la categoría en su estreno en el fútbol profesional español (hay que remarcar la nacionalidad, pues el club andorrano es la única excepción posible que permite a un equipo extranjero competir en España).

Viene el cuadro zaragocista de abrir el libro de anotaciones de la segunda mitad del campeonato con una gran decepción, el lunes en Elda (Alicante), más allá de que el 1-1 obtenido ante el Eldense pueda enmascarar, para quien no viese el partido, unos modales y una calidad futbolística feos, impropios de un aspirante a pelear por el ascenso a Primera, como es mandato de la cúpula de la SAD. Esta vez el estreno de la cara B del curso es en casa, como locales.

Y, ciertamente, aunque al nuevo entrenador zaragocista le salga sarpullido cuando se le mete presión y obligaciones a su trabajo, solo le sirve la victoria. El cupo de marros en La Romareda, por el bien de todos (también de Velázquez) debería estar agotado con todos los sapos que se ha tragado el zaragocismo desde agosto en las butacas del viejo estadio.

Es el momento de que este errático Real Zaragoza 23-24 arranque de una vez. Hoy. En esta noche invernal en la que se anuncia una meteorología propia del tiempo, cercana a los 0 grados, en un día lluvioso o, incluso, nevoso.

Porque, aunque el eczema le moleste, Velázquez ha heredado un equipo que solo ha ganado 4 de los 11 partidos disputados en su feudo, ante 28.882 abonados. Y esta trayectoria requiere una restauración, una reconducción urgente y efectiva. De hecho, si esto no fuera así, él no estaría aquí. Seguiría el que fue líder del vestuario en el proyecto del verano de Juan Carlos Cordero, o sea, Fran Escribá.

Y, además, el envoltorio pernicioso global que ha desembocado en la actual mini revolución que está a punto de brotar y consumarse en el seno de la caseta zaragocista le dice a Velázquez que este Real Zaragoza solo ha ganado dos de los últimos 17 partidos, con una escuálida suma de 14 puntos de los últimos 51 dirimidos. Es el segundo peor de esta liga desde mitad de septiembre hasta hoy, solo superando levemente al Amorebieta. Es lo que hay.

Por eso está aquí Velázquez, por esto ha venido, en segunda instancia, a tener el honor y el orgullo de sentarse en el banquillo zaragocista, como presume desde su llegada. Su papel es el de un mecánico, un reparador rápido y eficaz. No se concibe que pase por aquí como si la temporada empezara ahora, con él, y se evadiera de todo el contexto. Lo anterior cuenta. Y mucho. Y es tan deslavazado que ha sido el detonante del cambio de técnico y de los fichajes que van a venir en nada.

El técnico castellano ya ha transitado por seis partidos. Venció en su estreno en La Romareda, 1-0 al Leganés, su único triunfo. Antes, había debutado con derrota 1-0 en Albacete. Y ahora acumula cuatro empates seguidos (Espanyol, Amorebieta, Levante y Eldense). Y así, centímetro a centímetro, no sirve para elevarse en la clasificación hasta donde es menester para dar cuerpo y sostén firme a las aspiraciones (que son aún legítimas y posibles) de llegar a medio plazo a poder pelear por un sitio en la zona noble, entre los seis primeros. Es necesario vencer muchos de los 20 partidos que restan.

Es, por lo tanto, una noche de exigencias morales y societarias. El tiempo de verlas venir, de poder aferrarse a subterfugios ante los patinazos de este insuficiente Zaragoza, se ha consumido. En la segunda vuelta este tipo de actitudes ya no están operativas. Hay que cumplir los objetivos.

Debutará el portero Badía en el estadio, tras su buen estreno en Elda. Por ahora no hay más caras nuevas. El zaragocismo espera, por fin, un día de disfrute.

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