REAL ZARAGOZA

Maikel Mesa: "Necesito un entorno que me guste, espero encontrar mi lugar en Zaragoza"

El mediapunta canario del Real Zaragoza, de 32 años, es el fichaje más impactante en lo que va de verano por sus goles y quiere ser pieza clave en la remodelada plantilla

Maikel Mesa, en el Hotel Thalasia de San Pedro del Pinatar, donde ha estado concentrado el Real Zaragoza ocho días.
Maikel Mesa, en el Hotel Thalasia de San Pedro del Pinatar, donde ha estado concentrado el Real Zaragoza ocho días.
Tino Gil/Real Zaragoza

¿Cómo empezó a jugar al fútbol aquel chico canario de San Cristóbal de La Laguna?

Desde muy pequeño yo amaba el fútbol. Mi madre siempre dice que veía los partidos de equipos extranjeros con la máxima atención. Ella me comentaba “pero si no conoces a nadie”… y yo le respondía que a mí me gustaba ucho, daba igual quién jugase. No tendría más de cinco o seis años cuando esto empezó a pasar en mi casa.

¿Tenía antecedentes de futbolistas en la familia?

No. Ni uno solo. Soy el primero de la familia en hacerlo. Pero me crié en un barrio, Finca España, en el que estábamos muchos niños de la misma edad y pasábamos todo el día en la calle con el balón. Un día, una vecina tomó la decisión de llevarme con dos de sus hijos a entrenar con el Arenas (uno de los equipos de La Laguna). Mi madre me dijo que si me gustaba, me compraba unas botas. Yo dije que sí… y hasta hoy. Era benjamín.

Su padre nunca estuvo con usted. Esa ha sido una falta irreemplazable que ha marcado su vida.

Mi padre falleció siendo yo muy niño. Somos tres hermanos, tengo una hermana y un hermano mayores que yo. Nos ha criado mi madre, ella sola.

El CD Tenerife lo captó pronto.

Fui allí siendo infantil y jugué hasta el primer año de juvenil. Me dijeron que no contaban conmigo porque era pequeño. El iluminado que argumentó eso se lució. Se equivocó de raíz. Yo tuve un verano en el que pegué un estirón enorme, recuerdo que tuve unos dolores tremendos. Era ya adolescente y llegué a 1,91. La etapa juvenil la jugué en el Laguna, el principal club de mi pueblo, que tenía un convenio con el Real Madrid.

Asunto clave este en su carrera.

Sí. Del Real Madrid nos llamaron para probar a Omar Macarell (jugador hoy del Mallorca, con paso por el Castilla, Inglaterra y la Bundesliga) y a mí. Yo hice la pretemporada con el filial madridista, con Jesé, Nacho, Joselu... y decidieron cederme al Guijuelo de Segunda B. Pero allí estuve solo una semana. Había inconvenientes con la familia, aquello no me venía bien y decidimos que volviera a casa. Jugué ese año de nuevo en el Laguna, en Tercera División.

De ese presumible retroceso lo sacó el Osasuna, que lo incorporó al filial meses después. La conexión fue… el Real Madrid.

Sonó raro que un chico canario se fuera al Osasuna Promesas, pero es que el hilo para que me fichasen llegó desde Madrid, donde me seguían manteniendo la pista. Mi nombre sonaba en muchos ambientes del fútbol base tras mi paso por Valdebebas. Esas cosas nunca caen en saco roto.

En Pamplona creció rápido y llegó a jugar con el primer equipo en Primera División.

A esa etapa le tengo un cariño muy especial. Era la primera vez que salía de casa, de la isla, con todas las consecuencias. Me enfrenté al Zaragoza B ese año en el mismo grupo de Segunda B. Y me expulsaron en la Ciudad Deportiva, por una entrada dura que le hice a Marc Mateu. Me fue tan bién que acabé debutando en Primera, en el Bernabéu contra el Real Madrid, en el que también se alineó Omar Mascarell. Curioso.

Tuvo una cesión al Racing Ferrol, equipo que este año va a volver a militar en Segunda y será rival.

Sí. Estuve allí cedido por el Osasuna. Me vino de maravilla ese paso. Fue un tramo espectacular para mí, jugamos la promoción de ascenso a Segunda y salí muy reforzado. Cuando me dijeron que iba a Ferrol, sinceramente, no sabía ni donde estaba en el mapa. Para un chico canario, ir a Pamplona, a Galicia, era un mundo nuevo.

El Osasuna lo recuperó… y ascendió a Primera con ellos.

Me acuerdo la victoria por 0-5 en Oviedo en la última jornada, que pensábamos que no nos servía de nada y que íbamos a quedar séptimos. Pero perdió el Real Zaragoza 6-2 en Llagostera y nos dio la opción de jugar la promoción a nosotros. Una carambola. Ese Osasuna pasó de estar fuera a ganar los ‘play off’ y ascender. Fue increíble. Yo marqué un gol en la final con el Girona.

No siguió en Primera con los osasunistas.

Acababa contrato y no me renovaron. Prefirieron fichar jugadores más hechos, de más peso específico. Algo comprensible.

Y llegó el Mirandés.

Me llamó el entrenador personalmente, Carlos Terrazas. Me dijo que me quería y dónde me veía jugando. Me gustó la idea y acepté enseguida. Iba a ser importante en un club de Segunda División. Jugué todo e hice muchos goles. Ahí di el salto definitivo. Miranda es un sitio crucial para mi carrera.

Siguiente estación del trotamundos Mesa: Tarragona.

El Nástic me hizo una oferta que me apeteció. Estaba Lluís Carreras de técnico, aunque durante la temporada tuvimos hasta cuatro entrenadores. Fue un año duro, pero yo disfruté mucho en lo personal. Me sentí muy importante, fui titular siempre y volví a anotar muchos goles. Llamé la atención.

En esa época empezó a ser bestia negra para el Real Zaragoza, le marcaba siempre que cruzaba con él.

Sí, se me daba muy bien. Incluso, en los partidos de pretemporada. Recuerdo una tarde con dos goles al Real Zaragoza. Y, en liga, marqué también en La Romareda.

Las Palmas lo reclutó para el archipiélago después de sus dos grandes años en la Península.

Me supuso mucho ese fichaje. Era ir a un grande y volver a mi tierra. Sentía que cada año iba a más, que mi progresión era muy buena.

Los canariones, rivales máximos de los chicharreros. Palabras mayores que no fuese el Tenerife quien lo rescatase.

Mi ilusión siempre fue jugar en el Tenerife. Allí está mi casa, mi madre, mis hermanos. Pero se dio esta oportunidad y no lo pensé. Más entregado con Las Palmas no pude estar. Así lo hice siempre, durante cuatro años. Estaba al lado de los míos. Muy a gusto, más allá de las cuestiones de la rivalidad regional histórica que existe.

Tuvo una cesión al Albacete, su primer paso por el Belmonte.

Fue como consecuencia de que me operé. Tenía problemas de espalda y decidí pasar por el quirófano. Me pegué medio año en blanco y, al volver, Las Palmas decidió que me fuera a préstamo al Albacete. Yo no quería estar un año sin jugar nada, así que me pareció una buena solución. Recuperé las sensaciones, pero fue duro porque tocó la pandemia. Pasé el confinamiento solo en Albacete. Nos salvamos del descenso en un partido histórico, en la última jornada en Cádiz, ganando 0-1 de penalti en el minuto 95, que tiré yo. Es un gratísimo recuerdo.

Hace falta tener sangre fría para lanzar un penalti de ese calibre. O te encumbras o quedas en evidencia para los restos.

Siempre he tirado los penaltis. Estoy acostumbrado a todo. Confío mucho en mí mismo. Ese día, además, se tardó casi diez minutos en lanzarlo. Hubo una revisión del VAR inacabable. Era una jugada decisiva y a los árbitros les costó un mundo decidir. Eso aumentó la tensión al límite. Pero lo anoté.

¿Estaba claro que era usted el lanzador o hubo disquisición?

Estaba decidido desde la charla del mediodía. Además, cuando el árbitro penalti… el único que cogió el balón y estaba en el área del Cádiz era Maikel Mesa. Los demás huyeron (risas). Nadie más se acercó por allí en ese rato.

A Cristian Álvarez le marcó uno al estilo Panenka justo una semana antes, en un 4-1 doloroso para el Real Zaragoza.

Ese día lo tenía preparado desde por la mañana. Le dije al equipo que, si había penalti, lo tiraría a lo ‘Panenka’. Sabía que Cristian Álvarez es buen parador de penaltis. Me salió bien la elección.

¿Ya se ha pedido los penaltis en el Real Zaragoza?

No. Yo soy un jugador de club. Haré lo que diga el entrenador. Obviamente, si puedo tirarlos, los voy a tirar. Los he lanzado siempre. Pero si hay otro compañero que está preparado y cree que lo puede hacer, no habrá problemas. Daré un paso a un lado, le daré la mano y adelante.

El último paso previo a su fichaje como zaragocista fue un zigzag Las Palmas-Albacete.

Terminé en Las Palmas, tras dos años sin continuidad. No terminé nunca de encontrarme con espacio en el equipo. Pepe Mel, el entrenador, nunca confío en mí, no le encajaba, no me veía allí. Luego vino García Pimienta, con el que encajaba más, pero mi relación estaba ya un poco desgastada. Había que salir. Quise volver a un sitio conocido, donde se me quisiera. Era lo que necesitaba. Y el Albacete fue quien pidió mi regreso. Habían ascendido desde Segunda B y el ambiente era muy positivo.

Hicieron un temporadón el año pasado.

Increíble. Lo pienso todavía y, lo que hicimos, jugando la promoción, fue algo impensable. Éramos un equipo en el que se preveía sufrir en la parte baja de la tabla y, sin embargo, estuvimos todo el año arriba. El grupo de futbolistas fue espectacular. Se empezaron a acumular resultados positivos y eso genera siempre una espiral positiva. Es un ejemplo a imitar.

Usted ha jugado en Primera, ha ascendido a Primera, ha jugado promociones a Primera. Su perfil va a ayudar mucho a los jóvenes.

Ojalá el ascenso llegue conmingo. Yo soy un jugador de mucho trabajo hacia atrás, de asociarse con los demás. Me gusta estar pegado arriba pero hacer muchas más cosas. Soy un alma un poco libre en el campo. Mi condición física me ayuda mucho, soy de recorrer muchos kilómetros. Tengo mucha gasolina. Me gusta llegar a la portería rival y, por esto, en los años donde he sido importante en los equipos, tengo esa cosita con el gol. Mis cifras son buenas cuando gozo de confianza.

El futbolista canario es especial. Ha de sentirse a gusto en el campo. Si no, sale disparado de cualquier equipo. Aclimatarse a la Península es difícil para ustedes.

Necesito sentirme feliz. Hay gente que se crece contra la adversidad. Yo no soy así. Lo reconozco. Necesito un entorno que me guste. Soy futbolista porque me he empeñado, con mis criterios. He pasado momentos complicados, casi de abandonar. Pero siempre he salido adelante. Espero encontrar mi lugar en Zaragoza.

Es un canario diferente. Ha logrado jugar mucho y triunfar fuera de las islas. No tiene morriña de su hábitat.

Me lo he trabajado mucho desde muy joven. Me siento muy orgulloso de lo que he logrado. No me ha dado, por lo que sea, para jugar en Primera habitualmente, pero sé cómo disfruto jugando en mi nivel. De Maikel Mesa nunca nadie podrá decir que no da todo, que no se entrega al máximo. Nunca he dado que hablar.

No ha ido nunca de estrellita.

¡Noooo!… nunca. No es mi estilo. Me ha costado todo mucho. Valoro cualquier acción y cualquier gesto, al detalle. Soy de familia humilde y sé lo que cuestan las cosas.

Con ese 1,91 de estatura, llama la atención que el juego aéreo no es su fuerte.

No. Si puedo llegar con el pie, como tengo mucha flexibilidad, me gusta rematar con los pies. De cabeza no meto muchos goles. En eso soy muy canario. La cabeza es para pensar.

Llega con 32 años. Edad de que a un futbolista lo llamen veterano.

El fútbol ha cambiado mucho. A mí me verán con 35 o 36 años jugando. O más, si las lesiones me respetan. Yo disfruto mucho. Me cuido para ello. Vivo 24 horas para esto y tengo cuerda para rato. Muchas veces me cuesta leer o escuchar “el veterano Maikel Mesa”. Me miro al espejo y me veo igual que hace 10 años.

Este año, por fin, dejará de fastidiar al Real Zaragoza con sus goles. Será una maravilla verlo con el uniforme zaragocista en el campo y no como rival.

(Risas)… En el Nástic le marqué uno sin querer. Estaba a punto de marcharme ya a Las Palmas en agosto, ese día no quería jugar y me obligaron. Les dije a los directivos que no me iba a mover. Pues bien, hubo un remate al poste y me cayó el balón a puerta vacía para empujarla. Siempre tuve duende contra el Real Zaragoza, es verdad.

Ha iniciado la pretemporada como un cañón. Viendo portería con asiduidad y dando asistencias.

Mejor empezar así, naturalmente. Pero la pretemporada tiene el valor que tiene, poco. Marcar y ganar siempre aumenta la confianza, anima mucho a todo el mundo. Pero lo importante será la liga.

Ha elegido el dorsal 11. ¿Por qué?

De los que había libres, era el que más le gustaba a mi novia. No lo he llevado nunca. Pero si la señora quería el 11, vamos a hacerle caso.

El ascenso, estadio lleno, masiva respuesta de la afición… la exigencia es grande en Zaragoza. Esto es nuevo para usted, si descontamos lo que vivió en Las Palmas.

Hay que tener los pies en el suelo. La ilusión es máxima y nuestra aspiración será culminar el año en lo más alto. Pero es muy difícil. Yo llevo ahora dos promociones consecutivas y las he perdido las dos. Vamos a tratar de disfrutar desde el primer día. Y lo que llegue al final, ya llegará. Quiero participar en un año bueno, que tanta falta hace en Zaragoza. Este club es un grande de España.

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