Jair Amador es un futbolista experto en mil vicisitudes dentro de la Segunda División, tanto en los tres años que ya acumula en el Real Zaragoza como, antes, en su experiencia en la SD Huesca, con la que logró el ascenso a Primera en la campaña 17-18. Él conoce muchas claves, en primera persona y por experiencia propia, que explican lo que lleva a un equipo del éxito al fracaso a lo largo de las singulares temporadas que suele presentar la categoría de plata año tras año en España. 

Fotos del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva

En la rueda de prensa que ofreció este miércoles, el central luso-caboverdiano (criado en Extremadura), próximo ya a cumplir los 34 años, subrayó una de esas claves que suelen ubicar a los equipos de Segunda cada curso a la zona noble de la tabla: no despreciar los primeros partidos del torneo, los de agosto, que son últimamente hasta tres, en virtud de las circunstancias del mercado de fichajes, que está abierto contra natura en esos días vertiginosos que presenta año a año la liga española.

"Obviamente, es importante arrancar bien la competición. Cuanto antes esté el equipo acoplado y montado, es mucho mejor. Empezar bien la liga es ideal. Si lo consigues, es ese plus que tienes de más sobre el resto de equipos", indicó Jair. 

El defensor ha vivido este efecto de modo pernicioso en su trienio como zaragocista (20-21, 21-22 y 22-23), debiendo acometer en cada caso rectificaciones súbitas, profundas y arriesgadas al poco de empezar cada liga por haberse cometido errores gravísimos en la planificación inicial. En ellas se dieron cambios de entrenadores, de directores deportivos, de muchos futbolistas. Una desestabilización constante y prematura de la que el Real Zaragoza debería huir para siempre. En su paso por el Huesca, sin embargo, la tesis de empezar bien desde el primer día de agosto fue crucial para que su equipo ascendiera a Primera al final del torneo.

En el discurso de Jair también dejó otra de las piedras básicas sobre las que debe cimentarse el pretendido éxito del Real Zaragoza de la inminente temporada 23-24: la regularidad. El último tramo de tres años de rendimientos deficientes ha venido impregnado de todo lo contrario, de mucha improvisación, alboroto y escaso rigor en términos futbolísticos, que ha derivado en cada caso en campañas de malos resultados y fiascos clasificatorios evidentes. 

"Nos ha faltado ser más regulares. Esto es muy imporante, en esta categoría tan igualada: ser regulares. Si no lo eres, al final te acaban pintando la cara, como ha pasado en muchos partidos", indicó Jair gráficamente.