Han pasado solo 13 días desde que el Real Zaragoza acudió al estadio del Levante envuelto en la permanente preocupación que ha impregnado su día a día en esta temporada 22-23, en la que siempre se ha movido entre el puesto 18º y el 14º en la mayor parte del tiempo. Pero han sido 13 días decisivos para voltear las sensaciones y, a través de un evidente cambio en positivo de la visión del futuro inmediato, activar los cinco sentidos de los principales responsables de la SAD en el ámbito deportivo para empezar a imprimir velocidad en la restauración del equipo.

En estos 13 días, el Real Zaragoza ha sido capaz de sumar más puntos de lo que los pronósticos le auguraban, con el 1-1 cosechado en Valencia ante los levantinistas y, sobre todo, con la victoria por 1-0 frente al Granada en el partido más completo de lo que va de curso en términos globales. Y, paralelamente, la Ponferradina, referente desde hace un trimestre como punto del que alejarse para eludir los problemas del temido descenso de categoría, se ha atascado de un modo crucial para los intereses zaragocistas, no pasando del 0-0 frente al Mirandés y el Lugo y cayendo por 0-1 el último domingo en su campo con el Leganés. La sensación de calma se ha extendido dentro del club. 

Los números ya casi cuadran para tener la certeza de que el año venidero, la liga 23-24, el Real Zaragoza competirá por undécima temporada consecutiva en Segunda División. Y esto ha abierto el horizonte de miras en los despachos más importantes de la SAD.

Raúl Sanllehí, director general, y Juan Carlos Cordero, director deportivo, ya tienen más cerca el respaldo matemático que les permita trabajar en firme en el nuevo plan futbolístico del Real Zaragoza. Ya hay procesos en marcha, con la firmeza del punto de partida casi escriturada. Ha desaparecido en buena medida la incertidumbre. 

A falta de solo 46 días para que fine esta temporada, únicamente siete partidos, uno y otro sienten que ya existe margen para empezar a maniobrar con el futuro como objetivo. El medioambiente ha cambiado en la Ciudad Deportiva para bien. 

Las tareas que habrán de acometer son muchas, delicadas porque no hay demasiado espacio para fallos estratégicos y, por ello, necesitan tiempo. Por eso, todo lo que se pueda empezar a adelantar es una ganancia vital de cara a la construcción del nuevo Real Zaragoza. 

En este procedimiento, Fran Escribá, el entrenador que lleva en el club desde noviembre (vino a relevar al despedido Juan Carlos Carcedo, apuesta inicial fallida), está formando parte del grupo de trabajo. Tiene un año más de contrato y todo va encaminado a que el guion se desarrolle con él en el reparto. 

La permanencia matemática llegará por sí sola más adelante, cuando los resultados propios y ajenos den lugar a esa solución algebraica. Pero ya se tiene claro que llegará. Tras el último acelerón zaragocista en la clasificación, lo contrario sería una catástrofe de la que no hay precedentes en la liga. Nadie ha perdido jamás su ventaja (9 puntos más el 'golaverage', que hacen 10) en solo 7 jornadas, que son las que restan para archivar esta temporada en la estantería de la rutina y la mediocridad nuevamente. Y nadie ha logrado remontar esa cantidad de puntos para acabar salvándose. 

De este modo, Sanllehí, Cordero, Escribá... todo el mundo en el cuadro de mandos del Real Zaragoza acude al puesto de trabajo en esta semana de abril con aires de futuro. Está a punto de nacer una nueva etapa, quizá una era, en el club aragonés.