El partido de este domingo en Burgos, segundo de Escribá al frente del Real Zaragoza en liga y tercero desde su llegada –debutó en la fallida Copa del Rey–, definirá con mayor precisión el papel de Manu Molina y Radosav Petrovic en los planes del nuevo entrenador zaragocista y, por extensión, en el futuro inmediato que aguarda a la plantilla zaragocista. Por ahora, en las primeras dos alineaciones del recién llegado preparador valenciano, en el torneo copero ante el Diocesano de Cáceres(donde apostó por la mayoría del bloque de titulares heredado de la fase anterior) y en el estreno liguero frente al Málaga en La Romareda, han brillado por su ausencia estos dos jugadores. Ni fueron titulares, ni entraron en el amplio abanico de las cinco sustituciones durante el juego.

Molina es uno de los fichajes con galones del pasado verano, más por cómo se diseñó su contratación que por su currículum. Veterano de 31 años, fue una petición expresa del despedido Carcedo –lo había dirigido el año pasado en el Ibiza–, con todo lo que ello conlleva una vez ha desaparecido su mentor dentro del proyecto. Ha jugado en 15 de los 16 partidos. O sea, en todos con Carcedo y, obviamente, solo se ha quedado fuera de la órbita del equipo con la llegada de Escribá.

Y Petrovic, otro componente de la vieja guardia del grupo con casi 34 años, al que la SAD trató de dar salida durante todo el verano sin hallar un destino que se hiciese cargo de su alto salario (en torno al medio millón de euros anuales), había recuperado importancia en el plan táctico de Carcedo en sus últimas jornadas al frente del cuadro zaragocista, jugando como titular ante el Oviedo, el Tenerife y el Andorra, siendo utilizado incluso en el llamativo rol de tercer defensa central en un 5-4-1 en la pizarra. El serbio ha participado en ocho de los 15 partidos ligueros de Carcedo, un tiempo relevante si se tiene en cuenta que era una pieza muy prescindible durante la pretemporada, que rehusó -entre otros destinos- irse a Arabia Saudí en julio (se habló con dirigentes de ese país en la estadía en Marbella, donde se jugó frente al Al Shabab y el Al Nassr) y al que hasta el último día de mercado se ofreció sin encontrar club receptor.

Tanto Molina como Petrovic, cada uno con sus circuntancias individuales en lo futbolístico, han contado con peso específico en los planes de Carcedo. Molina, como piedra angular del medio campo en el inicio de todo, con evidente devaluación por no estar al nivel deseado en demasiados partidos, lo que terminó por llevarlo a la suplencia en tres ocasiones. Y Petrovic, en menor medida, como jugador específico en el mecanismo defensivo en la línea medular o como reinventado zaguero en el eje de una defensa con tres centrales para ser el encargado de dar salida al balón desde atrás del todo, como gustaba a Carcedo.

24 días para lanzar el mercado

El Real Zaragoza está en plena ebullición de cambios de cara al inminente mercado invernal de fichajes y traspasos, que estará vigente entre el 1 y el 31 de enero. Realmente, la señal en el calendario para que todo se ponga en marcha a velocidad de crucero es el último partido del año natural, que está programado para el lunes 19 de diciembre en el campo de Butarque en Leganés (Madrid). Para eso restan solo 24 fechas.

La SAD, con el director general Raúl Sanllehí al frente, está ultimando el fichaje de un nuevo director deportivo –o similar cargo nominal– para que abandere, en vez del también destituido Miguel Torrecilla, la revolución que se hace perentoria respecto del plan inicial de julio, que no ha alcanzado los mínimos exigidos por la nueva propiedad, como demuestra la clasificación, con el Real Zaragoza asomado a un punto del descenso a Primera RFEF, ex aequo en puntuación con Oviedo y Ponferradina en el 18º puesto.

Para que puedan venir en torno a cinco refuerzos con vitola de titulares es necesario que haya al menos otras tantas salidas. Por ese flanco de análisis cabe observar las ausencias que puedan darse en estos breves días. Las de Molina, Petrovic y, también, Nieto, Lasure o los inéditos Quinteros y Vigaray. El ariete Gueye, cedido por el Oostende belga, es caso en estudio asimismo.