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Carcedo, las estrellas y la de Jim en Burgos

El entrenador evita la destitución que hubiese surgido en caso de derrota en Tenerife en un tiempo y con un método similar al de su antecesor en el curso pasado.

Carcedo, en la banda del Heliodoro Rodríguez de Tenerife, al inicio del partido de este viernes.
Carcedo, en la banda del Heliodoro Rodríguez de Tenerife, al inicio del partido de este viernes.
Juan Antonio/LOF

El 4 de noviembre del año pasado Juan Ignacio Martínez evitó una destitución, indeseada durante varias semanas y estirada como un chicle desde la dirección deportiva, al ganar 0-1 en Burgos en una noche donde cambió la suerte por aquello del azar, de las confluencias astrales, del tarot. Un año más tarde –menos ocho días– Juan Carlos Carcedo recortó al astifino, bragado y zaíno despido en la noche de este viernes en Tenerife con una victoria fraguada bajo el mismo influjo lunar y de las estrellas. El requiebro del riojano, arqueando la columna vertebral desde la cadera hasta los hombros y viendo pasar los pitones a un milímetro de la camisa a su espalda, fue gemelo al de su colega Jim en El Plantío con aquel gol bellísimo de Álvaro Giménez que disolvió la crisis gestada a base de dos meses largos de empates insuficientes sin casi ver portería.

El Giménez de hace un año fue esta vez Vada. También andaba el argentino este curso a cero en su faldriquera de goles marcados. En entredicho a más no poder, como Álvaro entonces. Y no solo se estrenó, sino que hizo un doblete, cara mercancía en el Zaragoza del último bienio y medio. Es ese tino de resurgir de las propias cenizas justo el día en el que se acaba el crédito de uno y, paralelamente, del entrenador.

Porque, a nadie escapa, una derrota en Santa Cruz hubiese dejado a Carcedo para las mulillas. Como le pasaba a Jim bajo el aguanieve burgalesa 357 días atrás. Afirmaba el propio Vada, todavía en caliente sobre el césped del Heliodoro Rodríguez, que el Zaragoza afrontó el partido como una final. Que nadie dude que lo era. Todo lo que no fuera lo que felizmente ocurrió, este triunfo por 0-2 a base de mil hilvanes entrecruzados en el libreto de Carcedo, desde una revolucionaria alineación, pasando por una disposición táctica un tanto alborotada respecto de los precedentes, para acabar con un índice de eficacia en ambas áreas que no tiene parangón desde que su etapa al frente del banquillo empezó en agosto, se lo hubiese llevado hoy por delante aun en contra de la voluntad de Sanllehí, su mentor. El logroñés, que lleva 13 jornadas sin repetir equipo, sistema y modelo general, inventó anoche un nuevo nudo marinero y, al tirar de los dos cabos a eso de las 11 de la noche, resultó que servía para atar una victoria que le salvó de un naufragio inevitable e inminente.

A Jim le ayudó el año pasado la estrella Polar. El Burgos chutó al poste y se encontró dos veces con un Cristian Álvarez magistral en los 82 minutos que precedieron al 0-1 de Álvaro Giménez. Para entonces, lo normal hubiera sido una derrota clara del Zaragoza. Este viernes en Tenerife, a Carcedo lo guiaron la Osa Mayor, la Osa Menor y Pegaso. Constelaciones de rango. Cuando Vada marcó el 0-1 en el 23, los chicharreros habían marrado ya cuatro goles que, en anteriores días, hubieran agujerado a los zaragocistas un par de veces al menos. En esta noche mágica la energía celestial había cambiado de orden. Como lo hacen las mareas, los vientos, los porcentajes de fertilidad o el carácter de la gente en virtud de insondables causas para la razón que, sin embargo, están demostradas científicamente.

Y cuando llegó el 0-2, en el Heliodoro aún se protestaba un posible penalti de Francés a Dauda ocurrido segundos antes, de esos que el 80 por ciento de los árbitros te pitan y que García Verdura ayer no consideró tal. Vada repitió, segundos después de esto, otro gol de destreza y habilidad para matar a un Tenerife que siguió fallando lo suyo y encontrándose con el salvador Cristian una vez tras otra.

El fútbol tiene estas cosas. Este mismo partido, cualquier otro día acaba 3-1 a favor de los locales y es inapelable. Sin embargo lo hizo 0-2 y lo pudo hacer 0-3 y hasta 0-4. Las estrellas –del cielo– son así. Guías de nautas, inspiración de poetas y sostén de triunfos puntuales que, eso sí, requieren de más cosas para obtener regularidad. Carcedo en Tenerife se marcó un Jim en Burgos. A ver ahora.

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