baloncesto

Casademont Zaragoza: puertas abiertas a la ilusión

Cerca de 200 aficionados acompañaron este viernes al equipo aragonés en una distendida sesión de entrenamiento en el Príncipe Felipe. La afición anhela un curso "tranquilo" y que le permita "disfrutar" del mejor baloncesto español.

El cubano Sant-Roos firma un balón a una joven aficionada este viernes en el Príncipe Felipe.
El cubano Sant-Roos firma un balón a una joven aficionada este viernes en el Príncipe Felipe.
Toni Galán

El Casademont Zaragoza abrió este viernes de par en par las puertas del pabellón Príncipe Felipe a su afición. La plantilla de Martin Schiller, con la mente puesta en el inicio de liga de la próxima semana, llevó a cabo una distendida jornada de trabajo diferente, de algo más de una hora de duración, en la que sintió de cerca el calor y el cariño de sus seguidores. Cerca de 200 personas, muchos de ellos jóvenes, aceptaron la invitación del club y presenciaron en directo la sesión de entrenamiento.

En la pista, después de saludar cariñosamente a los primeros aficionados que entraron al pabellón, el técnico austriaco siguió insistiendo en los múltiples conceptos ofensivos que quiere imprimir en sus jugadores. Mucho lanzamiento a canasta, mucha movilidad... y muchas correcciones. Schiller no quiere dejar nada a la improvisación y sigue muy de cerca la evolución de los suyos. Si es necesario, rebotea bajo el aro y pasa rápidamente el balón para evitar que se detenga el ritmo.

La primera parte de la sesión, Radoncic, Sant-Roos y Javi García se prepararon junto al entrenador en un lado de la pista. En el otro, los ayudantes Sergio Lamúa y Aleix Durán tampoco perdían detalle del trabajo de Lomazs, Mekowulu y Jessup. Los demás, Yusta, Ponitka, Ferrari y compañía, se machacaban físicamente levantando pesas junto al preparador, Isaac Caseras. También estuvo el joven gigantón Aday Mara, no así Lucas Langarita… En la segunda parte del entrenamiento, los grupos invirtieron los papeles y pasaron a hacer el trabajo que previamente habían realizado el resto de sus compañeros.

Pero lo verdaderamente importante del entrenamiento estaba en la grada del Príncipe Felipe. El público, que tardó en arrancarse con los primeros aplausos, no perdía detalle de los movimientos de Schiller y los suyos. A pesar de que el último ejercicio no fue bueno, la afición del Casademont está disputa a hacer borrón y cuenta nueva. Sin ignorar los errores que se cometieron en el pasado, los aficionados miran al futuro con optimismo, dispuestos a disfrutar de una temporada “tranquila”, que les permita divertirse con el mejor baloncesto nacional.

He venido para ver a Ferrari y a Santi Yusta”, aseguraba un joven aficionado, de solo 10 años, a las puertas del pabellón minutos antes de acceder a la instalación. “Queremos disfrutar del mejor baloncesto posible, sabiendo las limitaciones que tiene el equipo, pero con la ilusión de hacer un buen año”, reforzaba su padre, que prefería no aventurar si el conjunto aragonés podría soñar con cotas mayores que aspirar a la permanencia.

Ellos, los más pequeños, fueron los grandes protagonistas de un entrenamiento distinto a los habituales, que terminó con una gran ovación conjunta y un sinfín de muestras de cariño entre la afición y la plantilla. Todos los jugadores del Casademont Zaragoza, incluido un atento Martin Schiller, firmaron autógrafos y se fotografiaron, pacientemente, con cada aficionado que demandó su atención. 

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