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David López Zubero: "Tengo 62 años, pero cruzaré a nado el Estrecho de Gibraltar"

El mítico nadador, primer medallista olímpico de la natación española, visitó esta semana Zaragoza.

David López Zubero, en Helios, en la mítica calle 3 que en Moscú 1980 le llevó a la eternidad.
David López Zubero, en Helios, en la mítica calle 3 que en Moscú 1980 le llevó a la eternidad.
Oliver Duch

Decía José María García que el único objetivo de la natación española era que regresaran todos, que no se ahogara ninguno... David López-Zubero lo cambió todo en 1980. Amanece en Zaragoza. Por la calle de Alfonso I, rumbo al Pilar, y luego a Helios camina el hombre que aventó todos los complejos de este deporte en España, elevándolo al primer podio olímpico en los Juegos de Moscú.

Qué amanecer tan bonito.

La imagen es preciosa (mira al fondo la imagen de la Virgen iluminada en la plaza).

¡Qué bien huele! Casi podíamos tomar un chocolate con churros en La Fama o qué...

No, no. Voy a nadar y soy muy estricto con mis horarios. Nadaré desde las 9.00 hasta las 10.30.

Una hora y media…

Sí. Ya tengo 62 años, pero me mantengo en forma. Es más, pienso cruzar el Estrecho de Gibraltar a nado. Es mi próxima meta.

Pero imagino que no habrá venido a Zaragoza a nadar…

No. Ayer hubo una misa en memoria de mi padre, que falleció hace un año. Además, vengo a ver a amigos de mi niñez, como Rafa Feliz, José Luis Gil, Manuel Rubio, Abril, José María López, los hermanos Montañés. Estoy pasando una semana preciosa en Zaragoza.

¿Qué evoca?

Todo. Zaragoza forma parte de mi vida. Venía los veranos a casa de mi abuela Julia. Mis amigos iban a Helios. El puente de Santiago no existía todavía. Cruzábamos el puente de Piedra. Le diré más: empecé a nadar en Helios.

¡Qué me dice! Si yo pensaba que le habían enseñado en Florida…

Empecé a nadar a los seis años con un gran entrenador, Andrés Bernabé. También jugaba al waterpolo, pero se me daba mucho mejor la natación. Recuerdo a Manuel Molinero, un nadador extraordinario. No tuvo suerte… (falleció en 1976 en accidente de tráfico).

La suerte…

Mi padre jugaba a baloncesto y se lesionó. Quizá si no se hubiera lesionado, no habría ido a estudiar Medicina a Estados Unidos. Y no habría nacido yo, claro (sonríe). Allí conoció a Elizabeth Purcell y nacimos Julia, Martín y yo, que soy el hermano mayor. Mi madre es de origen irlandés. En casa se suele hablar el idioma de la madre. De ahí mi acento inglés.

Pensaba que su madre era catalana.

¿Por qué?

Por el apellido Purcell.

No, sus abuelos eran irlandeses. Hablaba español cuando venía aquí, con mi abuela Julia, y algunas veces con mi padre. En el verano de 1972 vi nadar a Mark Spitz en la tele en blanco y negro de mi abuela Julia. Me impresionó.

Ocho años después, usted abriría los Telediarios en España subido al podio de Moscú.

Cuatro años antes, en Montreal, ya hice cosas importantes. Allí, en 1976, con solo 17 años, batí tres récords de España.

Un juvenil reventando tres récords nacionales… Por cierto, en Moscú iba último en el giro final…

Pero el final de la carrera fue muy bueno, llegué pletórico, y fui tercero. Peleé por un sueño y lo conseguí. No me rendí jamás.

Se aprecian a la legua las enseñanzas de su padre...

Ha sido clave en mi vida y en la de mis hermanos. Julia, mi hermana, fue la primera mujer española que bajó del minuto en los 100 libres; Martín fue el primer español campeón mundial y olímpico.

Viviendo fuera, ¿observa cambios en Zaragoza y en España?

Muchos. No tiene que ver nada con la ciudad y el país de mi infancia. Ha evolucionado muchísimo respecto a cuando yo era joven y gané la primera medalla en natación. El deporte, que es un reflejo de la sociedad, ha ayudado mucho. España es ahora muy competitiva. Campeona del Mundo de fútbol, de baloncesto... Muy potente en tenis, en todo. También, en el deporte femenino.

¿Qué va a hacer antes de regresar a Estados Unidos?

Ahora voy a nadar. Después, iré a hacerme una PCR para poder entrar de nuevo en Estados Unidos. Esta tarde iré a ver a la Virgen para darle gracias. Es lo que le digo también a mis alumnos de Microbiología en Florida: la vida es un regalo precioso, hay que dar gracias todos los días.

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