La historia de Yeny Zaera anima la búsqueda de otro niño acogido en Zaragoza en 1982

María Jesús Gotor cuidó del pequeño Alberto, de poco más de un año, todos los fines de semana a lo largo de seis meses. Ahora quiere encontrarle.

María Jesús y el pequeño Alberto
La historia de Yeny Zaera anima la búsqueda de otro niño acogido en Zaragoza en 1982
María Jesús Gotor

La historia de Yeny Zaera, quien encontró al chico que acogió durante varios años a través de Facebook, ha dado la vuelta al mundo. Televisiones y periódicos de toda España y de Latinoamérica se hicieron eco de este reencuentro que fue posible gracias a miles de personas anónimas que compartieron la publicación de Zaera en la red social. Esta historia no solo ha emocionado, también ha contagiado de ilusión a otras personas que vivieron una situación parecida y que se han decidido a seguir los pasos de la zaragozana anhelando que sus historias tengan el mismo final.


Es el caso de María Jesús Gotor, una zaragozana de 51 años que hoy reside en Madrid por cuestiones laborales pero que a principios de los años 80 acogió en la capital aragonesa, durante todos los fines de semana a lo largo de seis meses, a Alberto, un niño de poco más de un año que residía en una guardería de Zaragoza a la espera de una adopción.


“Vi al caso de Yeni en Facebook y a medida que leía se me encogía el corazón. 'Es mi historia', pensé. Me sentí totalmente identificada y contacté con ella”, cuenta por teléfono. Estuvieron hablando y llegaron a la conclusión de que la guardería donde había estado Francisco José, el chico acogido por Yeny Zaera, y en la que residió Alberto, era la misma.


María José sintió la necesidad de contar en la red social su historia, animada por su familia. “Si es algo que llevas tantos años dentro, ¿por qué no lo vas a contar?”, le dijeron. Y se decidió a hacerlo el 25 de febrero pasado. Su publicación no ha conseguido tanta difusión como la de Yeny (este jueves había sido compartida por algo más de 700 personas) pero no pierde la esperanza de encontrar a Alberto.


No conoce cuáles eran sus apellidos biológicos, solo que tenía una hermana un par de años mayor y que les adoptaron juntos. “Cuando llegaba el fin de semana, llamaba a la guardería para que preparan las cosas de Alberto, su carrito... Hasta que un día me dijeron 'no vengas, en este momento se está yendo con su nueva familia”, rememora María Jesús.


“Mis padres, mis hermanos y yo lo pasamos muy mal. Tanto que no nos atrevimos a acoger a otro pequeño en casa. Mi padre decía 'con lo mal que lo hemos pasado... ¿vamos a poder superar otra vez lo mismo?'”, explica la zaragozana. A pesar que dejó de ver a Alberto, el cariño que le tenía hizo que pasaran los meses, e incluso los años, y ella siguiera acercándose hasta la guardería para preguntar si sabían algo del chico.


“Me dijeron que él y su hermana comulgaron juntos. Que estaba muy bien y que me olvidara de él... Nunca he sabido si fue adoptado junto a su hermana en Zaragoza o en otro lugar”, relata. En tan poco tiempo su familia cogió tanto cariño al niño que incluso valoraron que un tío suyo, hermano de su madre, adoptara formalmente a Alberto, ya que estaba casado pero no tenía hijos. Fue en vano.


María Jesús desea saber qué fue de la vida del pequeño Alberto pero a la vez tiene miedo de que ese hipotético reencuentro traiga problemas al chico, que hoy tendrá en torno a 33 años de edad. “Yo no quiero hacer daño a nadie con esto, solo volver a verle y hablar... Estuvo con nosotros poco tiempo pero le cogimos mucho cariño y no le olvidamos nunca”, cuenta acongojada.