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Las alforjas del consenso

Cincomarzada 2017.
Cincomarzada 2017.
Toni Galán / A Photo Agency

Se aproxima la Cincomarzada y me ha venido al recuerdo una imagen nítida de la primera vez que me tocó cubrir esta fiesta popular para estas mismas páginas. Aquella mañana clara, entre el bullicio del parque del Tío Jorge destacaba un remolino de gente alrededor de una persona. En el centro se encontraba Emilio Gastón.

Con su aire bonachón y unas alforjas al hombro, parecía una especie de profeta, un buen pastor a quien numerosos ciudadanos querían contar sus inquietudes vecinales, sus proyectos, las necesidades de sus barrios… Pero, sobre todo, querían mostrarle su adhesión para que siguiera siendo lo que era entonces: Justicia de Aragón. De hecho, fue uno de los grandes protagonistas de aquella Cincomarzada, porque muchas de las organizaciones presentes llevaron entre sus reivindicaciones a la margen izquierda del Ebro que Gastón siguiera al frente de la institución que encarnaba desde que logró recuperarla.

Aquella mañana clara, Emilio Gastón llegaba de participar en una manifestación de apoyo a los agricultores, pero no quiso perderse la fiesta vecinal y cargó en sus alforjas la comida y la bota de vino. También se sacó del zurrón algunos mensajes llenos de sensatez que siguen vigentes ahora, aunque ha llovido mucho (e incluso nevado) desde entonces. Habló del sentido de ciudadanía y el sentimiento de solidaridad que tenía esa celebración. "Los ciudadanos –dijo– estamos demostrando que somos los sostenedores de la democracia, no solo aquí en Aragón, sino en todo el mundo".

Aquel hombre que restauró el Justiciazgo y concitaba tantos apoyos procedentes de distinto signo parecía llevar también en las alforjas la simiente con la que sembraba a voleo la concordia.

El próximo lunes, el parque del Tío Jorge se volverá a llenar de fiesta para celebrar una Cincomarzada previsiblemente pasada por agua. Y, por muchas razones, añoraremos al primer Justicia de Aragón recientemente desaparecido. Entre otras, porque se echan de menos figuras públicas de su talla, capaces de suscitar con su entusiasmo el consenso por encima de colores políticos, de unir voluntades por el bien común sin perder nunca la sonrisa.