Vaquilleros en Teruel ya desde la cuna

Más de 200 bebés recibieron ayer en la plaza del Torico su primer pañuelo rojo, símbolo de la fiesta.

Un grupo de mamás con sus bebés tras recibir estos su primer pañuelo vaquillero. El acto tuvo mucho éxito de público.
Un grupo de mamás con sus bebés tras recibir estos su primer pañuelo vaquillero. El acto tuvo mucho éxito de público.
Antonio García/bykofoto

La ciudad de Teruel tiene nueva savia vaquillera para rato. Así quedó patente ayer tarde en la plaza del Torico, cuando más de 200 bebés nacidos entre el 14 de julio de 2015 y el pasado 7 de julio –es decir, de Vaquilla a Vaquilla– recibieron de manos de concejales del Ayuntamiento su primer pañuelo rojo, la prenda por excelencia del atuendo vaquillero.


El acto, que nunca antes se había programado en las Fiestas del Ángel, tuvo una gran aceptación. Niños en brazos de sus papás o durmiendo plácidamente en sus cochecitos –de una o dos plazas– formaron una larga cola que iba desde la fuente del Torico hasta la mitad de la calle del Tozal –unos 100 metros– y crecía por segundos.


"Somos vaquilleros y nos gusta esta fiesta. Queremos transmitir nuestro entusiasmo a nuestros niños", explicaba una joven madre, Isabel Marín, ante la mirada curiosa de su hijo Ángel, de pocos meses de edad y protagonista del momento. Para ella, las Fiestas del Ángel "no se viven solo por la noche sino que también se pueden disfrutar por el día y con niños".


Lo mismo opinaba otro paciente padre aguardando en la fila, Rafa Laguía, que acudió a por el pañuelo con su hija Andrea, de 7 meses. "Es cuestión de cambiar un poco los hábitos y ya está. No es tan complicado tener niños. La Vaquilla es una fiesta, pero también es un sentimiento y por eso estamos hoy aquí", explicó.


Entre risas, lloros y balbuceos de sus hijos, los padres aplaudían la idea del Ayuntamiento de regalar a los nacidos durante el último año vaquillero su primer pañuelo. "Está bien que se haya estirado un poco el Consistorio; es un detalle muy bonito", afirmó Diego Tomás con su vástago en brazos, Aitor, de seis meses, al que ya se le ven rasgos vaquilleros o eso, al menos, creen sus progenitores. "La música le gusta mucho y eso es un buen síntoma", dijo este papá con orgullo.


Otro padre, Eduardo Dobón, confesaba la especial ilusión que le hacía ver a su hijo, Enzo, de solo un mes de edad, con el pañuelo vaquillero al cuello. "Estamos emocionados, es su primera vaquilla. Queremos inculcarle los valores del vaquillero en cuanto podamos", afirmó.


A los pies del Torico, donde la alcaldesa, Emma Buj, y algunos concejales colocaban el pañuelo rojo al diminuto cuello de los nuevos vaquilleros ‘cosecha 2015-2016’, todo el mundo aprovechó para fotografiar el momento y guardar del mismo un grato recuerdo. Con tan solo 20 días de vida y ajeno al barullo que le rodeaba, Hugo Górriz ni se inmutó cuando llegó su turno, pero su mamá estaba feliz. "Tres trajes de vaquillero le han regalado ya", explicó.

"Se están portando muy bien"


El concejal de Festejos, Javier Domingo, también disfrutó con la actividad. "Se están portando todos muy bien y está resultando muy emocionante para los padres y los abuelos", aseguraba el edil mientras ponía el pañuelo a una niña de grandes y abiertos ojos azules.


Para no fallar, el Ayuntamiento preparó alrededor de 400 pañuelos rojos con la inscripción ‘Mi primera vaquilla. Fiestas del Ángel. Teruel. Ayuntamiento’. Al final, fueron algo más de la mitad los que se impusieron. No faltaron los rezagados, que a última hora, cuando ya se recogían las cosas, aparecieron por la plaza del Torico justificando su tardanza por la siesta del bebé o por la hora del biberón.


Hubo quien recibió el pañuelo vestido con pantalón y camiseta de vaquillero, anunciando ya el inminente inicio de los días grandes de la fiesta, que estalla mañana, sábado, con la puesta del pañuelico al Torico.

Si ayer la plaza más famosa de Teruel se llenó de bebés, mañana por la tarde será invadida por jóvenes ansiosos de fiesta que harán volar por los aires la bebida y que cumplirán con el ritual de vivir tres días en la calle, al ritmo de la charanga y de peña en peña, haciendo amigos y bailando hasta el amanecer.

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