Sarousse, la osa llegada del frío que eligió el Pirineo de Huesca

Es hoy por hoy el único de los ejemplares de su especie reintroducidos en el Pirineo francés que ha elegido Aragón para vivir.

Sarousse, la osa llegada del frío que eligió el Pirineo de Huesca
Sarousse, la osa llegada del frío que eligió el Pirineo de Huesca
MEDIO AMBIENTE

Sarousse, una osa procedente de los fríos bosques de Eslovenia, es hoy por hoy el único de los ejemplares de su especie reintroducidos en el Pirineo francés que ha elegido la vertiente aragonesa de la cordillera para vivir una vida solitaria entre escarpadas vertientes y densos bosques.


Aunque las nieves y el frío intenso del invierno ya le han llevado a buscar refugio en su cálida osera para hibernar hasta la próxima primavera, Sarousse dejó hasta el pasado mes de octubre huellas de su actividad cotidiana en búsqueda de alimento por zonas de pasto del valle de Benasque.


Sarousse no lo sabe, pero el Gobierno de Aragón está empeñado en su protección y en conseguir que su vida en la zona más oriental del Pirineo aragonés no se vea amenazada por las escopetas y trampas con las que décadas atrás eran cazados sus antepasados.


Los expertos saben que esta especie necesita de la ausencia de seres humanos en su entorno para sentirse cómoda, aunque los habitantes de las poblaciones más próximas al entorno natural del oso se sientan a veces perjudicados por su intensa actividad depredadora.


Este año se han producido en el Pirineo aragonés 21 ataques a rebaños y colmenas atribuidos al oso, la práctica totalidad de ellos en la amplia zona por la que deambula Sarousse.


El primero de estos ataques se produjo a finales del pasado mes de mayo en el municipio de Campo y tuvo como objetivo la captura de una oveja.


A mediados del pasado mes de octubre se registró en el término de Laspaúles, mucho más al norte, el último de los ataques atribuidos a Sarousse, también con el resultado de una oveja muerta.


Aún así, desde el Gobierno aragonés se considera que los daños causados son en su conjunto "mínimos" y que el oso no sólo no es un animal emblemático vinculado a la historia y tradiciones del Pirineo, sino que ejerce un efecto llamada sobre el turismo.


La elección de Sarousse ha permitido la presencia continuada de un único oso en el Pirineo aragonés, ya que la mayor parte de los ejemplares de su especie que habitan en la cordillera, alrededor de una veintena, transitan entre el valle de Arán, en Cataluña, y Francia.


A Sarousse no se le conoce ninguna camada desde que fue liberada en el Pirineo francés, en 2006, algo que los expertos atribuyen a un problema reproductivo que le habría llevado a alejarse de zonas donde pululan machos.


Machos como Neré, que atraviesa ocasionalmente la frontera para visitar los valles de Ansó y Hecho en busca de alimento, pero en el otro extremo del Pirineo aragonés, lejos de los dominios de Sarousse.


Sarousse puede considerarse la heredera de Camille, una ejemplar adulta que habitó también en el Pirineo aragonés y de la que no se sabe nada desde hace años, por lo que los expertos han decidido darla por muerta.


Los esporádicos ataques a rebaños y colmenas y las imágenes ocasionales y fugaces captadas con cámaras instaladas en árboles que se disparan a su paso son las únicas evidencias de la presencia de Sarousse en Aragón.


Una presencia de osos que tuvo mayor intensidad siglos atrás y de la que hay evidencias en cuentos y narraciones, en fiestas populares y en escudos heráldicos y blasones.


El oso, ahora en extinción, ha estado ligado a la historia y tradiciones del Pirineo aragonés, una ligazón que mantiene ahora un único hilo, el que representa Sarousse.


Desde el Gobierno aragonés se insiste en que el oso pirenaico no supone ningún peligro para las personas, y que los ocasionales accidentes registrados en las montañas cántabras, que albergan a más de 200 ejemplares, se han producido en huidas por miedo a la presencia del ser humano o por atosigar a una hembra con crías.


En una reciente publicación, el director general de Conservación del Medio Natural de Aragón, Pablo Munilla, afirmaba que el Pirineo "mantiene hábitat suficiente para albergar una población viable de osos cohabitando con la población local".


Para facilitar esta relación, a pesar de que los daños no se consideran graves, la administración regional ha facilitado la instalación de vallados, cercados y de otro tipo de elementos destinados a minimizar los efectos depredadores del oso.