El Jai Alai de Huesca fue frontón, cabaré y mítica sala de conciertos. ¿Y ahora qué?

El futuro del local, sede de la peña Alegría Laurentina y espacio señero para la música en las últimas décadas del siglo XX, está en el aire. El Ayuntamiento afirma que no cumple las normas de seguridad.  

El salón Jai Alai de Huesca se encuentra cerrado por orden municipal desde octubre de 2023.
El salón Jai Alai de Huesca se encuentra cerrado por orden municipal desde octubre de 2023.
Rubén Darío Núñez

El Jai Alai, el local que desde 1956 es la sede de la peña Alegría Laurentina de Huesca, es el espacio deportivo más antiguo que existe en la ciudad creado para tal fin. Situado en el número 65 de la calle Padre Huesca, del barrio San Lorenzo, su historia empezó en 1891. El 12 de agosto de aquel año se inauguró con un partido de pelota. 

El comerciante de alpargatas Francisco Sábado promovió la construcción del Jai Alai, el primer frontón privado de Aragón, tras comprobar el éxito de público que tenían estas competiciones, que habían empezado a celebrarse en lo que fueron los corrales del convento de la Merced, en esa misma calle. En seis meses estuvo terminado. Se convirtió, desde el primer momento en una referencia del deporte y el ocio en la ciudad. 

Han pasado 133 años y durante ese tiempo ha sido pista de baile, cabaret de cupletistas frívolas, cancha de baloncesto, ring de boxeo, refugio de guerra, escenario de los primeros mítines de la transición y, sobre todo, escenario de conciertos señeros en la capital oscense, como recoge el libro 'Jai Alai: deportes, cultura y libertad', escrito por el historiador Ramón Lasaosa por encargo de la peña para conmemorar en 2016 los 125 años del local y el 60 aniversario de la entidad recreativa. 

El Jai Alai se empleó sobre todo para el deporte y como pista de baile. Aquí se iba en bicicleta y se aprendía a usarla. Ya en los años 20, el yerno de Sábado, Vicente Zugasti, se encargó del local, donde la fábrica de alpargatas compartía sitio con el patinaje, que comenzaba a hacer furor en la sociedad oscense. En 1929 comenzaron los combates de boxeo, e incluso se planteó construir aquí una piscina, aunque nunca se llevó a cabo. Y en 1933, parte del local se alquiló a un empresario de cabaré de Zaragoza. 

En la guerra, se convirtió en cuartel de las juventudes de la Falange, y en 1940 volvieron los bailes. Fue en 1956 cuando el entonces propietario Antonio Guiral lo cedió a la Alegría Laurentina. A partir de entonces, el Jai Alai asistió a los inicios del pop, la canción protesta, los primeros mítines, la movida madrileña y otros estilos como el jazz o el heavy, sin olvidar la cantera de los músicos locales.

El libro, junto a un documental realizado por Marta Javierre y Fernando Gatón, supuso además la reivindicación de una historia que cinco años antes había quedado interrumpida. En 2011, el gobierno local del PP, salido de las elecciones municipales celebradas ese año, prohibió la celebración de los conciertos de las fiestas de San Lorenzo en esta sala porque se incumplía la normativa de seguridad, al no está garantizado el desalojo de dicho espacio, con capacidad para 1.075 personas, en el caso de una emergencia. 

La Laurentina tenía una oferta propia dentro de la programación de  las fiestas de la capital oscense. Los conciertos se trasladaron a la sala multiusos del Palacio de Congresos, donde se celebraron hasta 2015, ya que aquel año todas las entidades recreativas compartieron la programación musical en el denominado recinto de peñas, al aire libre. 

Durante mucho tiempo, la peña intentó encontrar una solución para disponer de las vías de evacuación reglamentarias que tuviera el visto bueno del Ayuntamiento. Pero no se consiguió. 

El Jai-Alai reabrió como sala de conciertos en 2016. El cambio de color político del gobierno municipal, en manos del PSOE,  propició recuperar este uso, pero no en las mismas condiciones que tenía hasta 2011. El aforo se redujo de 800 a 300 personas. Así estuvo funcionando hasta octubre de 2023. 

El nuevo Ayuntamiento del PP hizo una revisión de las licencias y ordenó el cierre del local, donde estaba previsto un concierto porque la peña no tenía la licencia de actividad. De nuevo empezaron los problemas ya que la existencia de bar en su interior  obligaba a la Laurentina a tramitar la licencia ambiental de hostelería, según la ley de Espectáculos Públicos de Aragón, para su reapertura. 

La entidad  argumentó que solo querían realizar actividades de "reunión, ocio, esparcimiento y diversión" y por ello pedían que aplicara al Jai Alai la ordenanza municipal de locales de ocio y no la ley autonómica, más restrictiva. Sus alegaciones fueron rechazadas. No hubo fiesta de Reyes ni de Carnaval.

El local reabrió el 23 de abril, día de San Jorge, después de haber encontrado una licencia de 1942. Lo celebró con un vermú para los socios. El hallazgo, calificado por la alcaldesa, Lorena Orduna, como una buena noticia, obligó al Ayuntamiento a reevaluar la decisión adoptada en octubre. Y es que no. Según la primera edil, esta autorización es de obra y no de actividad. El Jaia-Alai sigue sin cumplir la normativa de seguridad", ha dicho en los últimos días. El concierto organizado para este sábado, 11 de mayo, podría no celebrarse por este motivo.

Este jueves, los responsables políticos y técnicos del Ayuntamiento de Huesca decidirán al respecto y comunicarán  lo acordado a los representantes de la Alegría Lauretina, que continúa rechazando los argumento del gobierno local.     

 

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