La Diputación de Huesca concede el XXV Félix de Azara a los pastores y pastoras del Alto Aragón

Es la máxima distinción que otorga la institución provincial en materia de sostenibilidad y en este caso galardona su conocimiento a las leyes de la naturaleza, aprendidas de sus antepasados.

Pastor en Lenito. Valle de Hecho.
Pastor en Lenito. Valle de Hecho.
Sergio Padura

La Junta de Portavoces de la Diputación Provincial de Huesca ha acordado por unanimidad conceder el XXV Galardón Félix de Azara, máxima distinción que otorga la institución en materia de sostenibilidad, a los pastores y pastoras de la provincia de Huesca. 

En el encuentro se ha destacado que “conocen mejor que nadie las leyes de la naturaleza, porque es lo que han aprendido de sus antepasados. Es una forma de vida heredada, parte del patrimonio inmaterial de la provincia de Huesca”, y aunque se reconoce que “una parte importante se ha perdido en las últimas décadas, debido entre otros factores a la pérdida de población en el medio rural y a las dificultades asociadas al sector ganadero, algunos de ellos todavía siguen realizando la trashumancia, con la que se establece una conexión y una vinculación entre todo el territorio, y recorriendo rutas y senderos que se mantienen limpios gracias al ganado, convirtiéndose en cortafuegos naturales”.

Gracias al pastoreo, la montaña, el llano, los somontanos y sus ecosistemas se han conservado en las mejores condiciones por la presencia de cabras, ovejas, ganado vacuno o caballar, que retiran material vegetal invasivo, reduciendo el riesgo de incendios y potenciando además el desarrollo de más variedades de especies vegetales así como el crecimiento de la flora de la zona. Es un círculo natural ya que esta misma presencia de vegetales y floras la aprovechan otros animales silvestres, además de una gran variedad de insectos. 

En la Junta de Portavoces se destacaba que el porvenir de esta actividad, ligada al asentamiento poblacional en la provincia de Huesca, pasa también por quienes llegan provenientes de otras tierras. Pastores y esquiladores continúan en nuestro territorio con el trabajo al que se dedicaban en sus países de origen, otros encuentran en estas actividades un modo de vida y de estabilidad profesional, una forma de recuperar y reanudar sus proyectos en nuestros pueblos. En muchos casos, los inmigrantes están manteniendo esta actividad tan tradicional, que languidece por falta de relevo generacional.

Una situación esta última que, “en ocasiones, viene generada por los efectos que el proteccionismo ambiental supone para la ganadería. Se hace necesaria la conciliación entre esta posición, que ha comportado en nuestro territorio de distintas figuras de protección ambiental, con el mantenimiento de la actividad ganadera y de pastoreo como se ha hecho a lo largo de los siglos en nuestro territorio, equilibrando su desarrollo y el diferentes sectores económicos con el de la ganadería”.

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