salud

Pérdida auditiva: “En la mesa me siento excluido de las conversaciones”

La mitad de los mayores de 75 años y un tercio de los mayores de 65 tienen pérdida de la capacidad auditiva.

En ocasiones la pérdida auditiva viene dada antes de nacer.
En ocasiones la pérdida auditiva viene dada antes de nacer.
Pixabay

Las cifras lo dejan claro: uno de los dos miembros de una pareja lo va a padecer en la vejez. La mitad de la población anciana padece presbiacusia, es decir pérdida progresiva de la capacidad auditiva, debido al deterioro producido en el sistema auditivo, normalmente por la edad. Afecta en su mayoría a las personas de más de 75 años, pero también la padecen los mayores de 65. Un tercio de ellos tiene pérdidas auditivas importantes. Un desgaste para el que no hay medicación ni prevención y que solo puede amortiguarse mediante prótesis auditivas.

“Se empieza dejando de percibir los tonos más agudos, luego las frecuencias medias y por último los tonos graves”, dice Rafael Fernández Liesa, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. “El síntoma más típico y por el que estas personas se dan cuenta de que les pasa algo es que les cuesta entender a los demás en entornos ruidosos. No se enteran de las conversaciones”, explica Fernández Liesa.

Es lo que le empezó a pasar a Miguel Salinas. Este octogenario zaragozano goza de buena salud pero desde hace un par de años “oye mal”. “Lo noté cuando salía a pasear. Oía como si retumbaran tambores por la calle. De hecho, al principio pensaba que era así y me preguntaba qué harían a esas horas tocando el tambor”, explica Salinas. 

En poco tiempo, aunque de manera progresiva “me empezó a costar entender a mi mujer si estaba la televisión encendida”, dice. “Y ahora, cuando tenemos una comida familiar con mis hijos y mis nietos, no me entero de nada de lo que dicen porque hay mucho ruido”, continúa este zaragozano. “Me siento excluido así que opto por no hablar y me quedo pensando en mis cosas”, afirma Salinas.

Puede acentuar la demencia

Esta situación es, precisamente, algo que preocupa mucho a los médicos ya que esta dolencia no se limita a una simple pérdida auditiva. “Las personas que la padecen acaban aislándose de los demás porque, al no oír, no pueden comunicarse bien y estimulan menos los contactos sociales”, continúa el jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Miguel Servet. “Esto es muy importante porque se relaciona con el deterioro cognitivo”, aduce Fernández Liesa. “Se ha comprobado que si no se ejercita la capacidad de comunicación, se deteriora y puede acentuarse la demencia por la pérdida del contacto con el entorno”, afirma el médico.

Además, al progresar tan lentamente, el oído se va acostumbrando y el paciente “no nota que pierde capacidad auditiva”, dice Fernández Liesa. Al contrario, “tienden a culpar al resto del mundo”. En la consulta, “una de las frases más repetidas es que los demás hablan bajo”, revela el jefe de servicio. Por ese motivo, “a los pacientes les cuesta mucho acudir al médico. No son conscientes de que les pasa algo”, constata Fernández Liesa.

El problema se acentúa con las mascarillas

Miguel Salinas se dio cuenta de que realmente su oído no funcionaba bien el pasado verano cuando su mujer estuvo ingresada varias semanas en el hospital. “Cuando los médicos venían a contarme cuál era su estado con la mascarilla puesta, no me enteraba de nada. Me sentí muy mal y tuve que decirles a mis hijos que se ocuparan ellos”, lamenta este octogenario. Después de esto, decidió acudir al médico y ahora se está planteando probar un audífono. “Pero solo porque me insiste mi familia, que se pone muy pesada”.

Según constatan los audio protesistas este es, precisamente, el perfil de muchos de sus clientes. “Está el paciente que admite, sabe y se da cuenta de que no oye bien, incluso puede llegar desesperado queriendo solucionar su problema de audición y luego tenemos al paciente que no reconoce su pérdida auditiva, según él, escucha bien y viene porque se ha empeñado su familia”, explica Raquel Mateo, directora técnica de Aural Actur. “Según los estudios que manejamos, las personas suelen tardar unos 7 años de media en reconocer su pérdida de audición”, recalca Mateo.

El audífono, una gran ayuda, aunque no para todos los bolsillos

Cuando llegan a nuestros centros “sometemos a los pacientes a una serie de estudios para detectar cualquier posible patología y derivarlos al otorrinolaringólogo. Si todo está bien, hacemos una audiometría para ver si son candidatos a prótesis auditivas, les probamos un audífono y se lo dejamos durante unos días”, continúa esta audio protesista. 

Estas prótesis no son baratas. Según publica la empresa Audika en su página web, “los precios de los audífonos pueden variar dependiendo del producto que elijas, pero están entre los 1.200 y 4.500 euros por unidad, dependiendo del modelo y características específicos”. 

Para muchas personas sí que es un esfuerzo económico, pero siempre nos intentamos adaptar a lo que puedan pagar y se lo financiamos. LA DGA también saca ayudas para que personas sin recursos puedan acceder a ellos”, puntualizan desde Aural Actur. "En nuestra cabeza no entra que una persona no pueda oír por no poder pagarse unos audífonos”, afirma Mateo. “Yo trato a la persona que tengo delante como si fuese mi madre y como a mí me gustaría que a mi madre la tratasen, con respeto, educación y cariño”, concluye esta experta.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión