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La vecina jubilada de Zaragoza que está dando la vuelta a España en bus en 365 días

La aventura de María del Carmen Lafuente, de 66 años, comenzó en enero en Zaragoza. Lleva 137 jornadas de periplo: “Estoy en mi mejor momento. Me siento libre como el viento”.

Carmen Lafuente, en San Sebastián.
Carmen Lafuente, en San Sebastián.
Heraldo

Si alguien le hubiera dicho hace unos años a esta auxiliar de enfermería jubilada que a sus 66 años iba a comenzar la aventura de su vida, seguramente nunca lo habría creído. Sin embargo, hoy, desde el Hostal Imperial de Mérida, María del Carmen Lafuente asegura que está atravesando el mejor momento de su vida. Nacida en Quintanilla de Tres Barrios, Soria, en octubre 1955, con tan solo dos se mudó con sus padres a la capital aragonesa, donde se jubiló en 2020 tras toda una vida dedicada a trabajar y a cuidar de sus padres.

“Mi madre estaba ingresada con alzhéimer y neumonía y, al fallecer, temí quedarme sin objetivos en mi vida”, relata. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Así surgió la idea de recorrer España ante la gran pregunta: “¿por qué no?”.

Saliendo desde Zaragoza.
Saliendo desde Zaragoza.
Heraldo

Sin familia directa, ni cargas familiares, y con un buen estado de salud, parecía que había llegado el momento de tomar las riendas de su vida. “Decidí que lo que me queda por vivir de manera autónoma quería aprovecharlo al máximo. Me lo tomé como un reto conmigo misma, para saber hasta dónde era capaz de llegar. Ahora creo que estoy en mi mejor momento. Me siento libre como el viento”.

Desde los 13 años, María del Carmen ha sido camarera, costurera, dependienta o recepcionista, hasta que logró hacerse un hueco en la Administración Pública. “Al jubilarme, tras más de 30 años de carrera, mis compañeros del Hospital Universitario Miguel Servet me dieron un cheque regalo con el que me compré unas zapatillas y una maleta hermosa”, rememora. Así comenzó la aventura.

Con 25 kilos de equipaje -saco de dormir incluido, por si algún día se encontrase sin un lugar donde pernoctar-, y su libreta siempre a mano, la viajera recoge en una suerte de diario lo que más le gusta de cada estancia que llevará por título ‘365 días de aventura organizada’, el cual verá la luz cuando culmine el viaje, o eso espera. “Si no, recurriré a la autoedición”, afirma, decidida.

Carmen, en Vitoria.
Carmen, en Vitoria.
Heraldo

Pero no de cualquier forma, no. Decidió emprender esta aventura en autobús por ser el medio más económico -a excepción de cuando viaje a las islas, claro-. ¿El objetivo? Demostrarse que era capaz de enfrentarse a un reto de esas características -a pesar de que a su edad no sea lo habitual-, y hacerlo improvisando sobre la marcha. “Con una pensión de jubilación y un viaje tan largo no podía plantearme otra cosa”, admite.

Su presupuesto global ronda los 1.000 euros -aunque no sabe si podrá ajustarse como le gustaría-, con 25 al día para dormir, y 10 para comer. “Busco universidades y centros de mayores, albergues y alternativas para viajar de manera más económica, algo que me permite poner en funcionamiento mi cabeza constantemente y que hace que me espabile”, destaca. Ahora, con la llegada del buen tiempo, por ejemplo, muchos días come al aire libre, en parques o alrededores del río, una ensalada o un par de piezas de fruta.

¿Por qué? Porque esta vecina de Zaragoza reivindica que con la jubilación no se termina nada. “Quizás tengamos que hacer las cosas diferentes, pero tenemos un mundo de alternativas a nuestro alcance, sin prisas y con más experiencia”, señala.

Otra manera de ver la vida

“Existe la creencia generalizada de que al jubilarnos se ha acabado nuestra vida, y de eso nada. A nuestra manera, a nuestra marcha, pero nos queda todavía mucha energía”, reivindica, convencida. Y es que, durante la pandemia, escribiendo sus memorias, llegó a la conclusión de que tenía que vivir el día a día: “Mi manera de entender el mundo, la vida, y la familia, me habían hecho sufrir y no disfrutar de lo que tenía. Ahora nada puede conmigo”.

Además, esta soriana con esencia mañana aboga por el turismo tranquilo. Por eso, en cada ciudad se queda, como mínimo; una semana. “Cuando me marcho, necesito sentir que algo de cada lugar se va conmigo”, admite. Algo que solo se puede hacer practicando un tipo de viaje sosegado, tranquilo y con la calma. Además, en cada ciudad se toma una fotografía con los dedos en forma de V, de Victoria. “La subo en mi estado de WhatsApp para que mis seres queridos y mi familia esté tranquila”, asevera.

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