ENTREVISTA / EL PATIO DE MI RECREO 

Irene Vallejo: "Era la rarita de la clase"

Zaragoza, 1979. Filóloga clásica y escritora. Irene Vallejo es autora de novelas como 'El silbido del arquero' y colabora en varios medios. Su libro 'El infinito en un junco' (Premio Nacional de Ensayo 2020 y El Ojo Crítico) ha recibido una calurosa acogida de público y crítica, y será traducido a 35 idiomas. Premio Aragón 2021.

La escritora zaragozana Irene Vallejo, con sus juguetes
La escritora zaragozana Irene Vallejo, cuando era pequeña
I. V.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

No idealizo la infancia como un tiempo paradisiaco. La recuerdo agridulce, una trenza de días alegres y momentos ásperos. Pronto descubrí y sufrí la crueldad de algunos niños en el colegio. Esos momentos duros me curaron la tentación de la nostalgia para toda la vida. Soy mucho más feliz ahora.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Los tebeos de Zipi y Zape, Carpanta y 13, Rue del Percebe. Y, después, las andanadas de insultos del Capitán Haddock. En las horas de calor despiadado, me encantaba tumbarme panza arriba a leer historietas. También recuerdo ataques de risa en los juegos con mi prima Aída. Las dos montábamos nuestras particulares elecciones generales –la democracia era tan niña como nosotras–. Cada una preparaba su campaña y sus mítines, nos inventábamos promesas absurdas para convencer a los adultos, y luego fabricábamos urnas y papeletas para las votaciones.

¿Qué le hizo llorar?

El acoso escolar, que empecé a sufrir con 8 años: la vergüenza, los motes, los balonazos en el recreo, los empujones, el miedo. Todavía hoy, recuerdo ese sabor metálico en la boca y mis esfuerzos por tragarme las lágrimas.

¿Qué era en el patio del colegio?

La empollona, ese era mi apodo. Empollona pata negra, con todos los atributos; solo me faltaban las gafas.

¿Se sentía rara, diferente?

Sí, era la rarita de clase, la estrafalaria. Pero también era, de alguna forma, la maga de la tribu. Cuando alguien necesitaba una idea, un cuento, un juego o una ocurrencia fantástica, acudía a mí. Y al llegar la edad de ligar, mis compañeras venían a buscarme para que les ayudase con las cartas de amor. Era ya la escritora de guardia.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Me encantaba leer, escribir e inventar. En Soria, donde pasaba las vacaciones, era feliz nadando en el río y metiéndome por andurriales –como decía mi abuela–. Con una amiga de verano, escribía un periódico entero, hasta la tira cómica.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Era tímida, sobre todo en grupos grandes, y eso me hacía sufrir. En mi cabeza bullían muchas ideas, pero no me atrevía a decir nada por miedo a no caer bien. Me quedaba muda y pasmada, rumiando mi disgusto. No me parecía nada a la imagen que quería proyectar.

¿Cuál fue la calle de su infancia?

Arzobispo Domenech, hoy Carrera del Sábado, a orillas del Huerva. Vivíamos muy cerca del puente de los Gitanos. Recuerdo una guardería abandonada, el bar Tócame Roque y las escaleras para bajar al río, que estaba prohibidísimo porque los mayores decían que había jeringuillas. Por eso, por la atracción del peligro, los niños del barrio siempre estábamos pululando justo por ahí.

¿Qué es lo que más y menos le gustaba de Zaragoza?

Extrañaba el campo, los caminos y los árboles que en Soria me esperaban a solo un paseo de casa. Por otro lado, aunque parezca contradictorio, me gustaba que Zaragoza fuese una ciudad lo suficientemente grande para sentirme libre y no vigilada.

¿Tenía mucha conciencia política?

Mi infancia tuvo el telón de fondo de la Transición y sus tensiones, en casa se vivía la política con pasión. La Guerra de Yugoslavia, que estalló cuando yo estaba en el colegio, me impactó y me horrorizó. Mis padres me transmitieron la costumbre de dedicar tiempo todos los días a leer el periódico.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?

Ser la rara oficial, la ingenua extravagante y la fantasiosa tenía sus ventajas. Había pocas expectativas de normalidad puestas en mí. Creo que lo resolví pronto, en general me importaba el qué dirán menos que a los demás.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Mi primer cheque lo gané en un concurso literario. Además, recibí la noticia por telegrama, el único que he recibido en toda mi vida. Me fascinaron todos esos rituales extraños, con aroma de otro tiempo. Parecía increíble que alguien quisiera pagarme por mis inútiles ensoñaciones.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

Mi padre solía inventarse letras absurdas y divertidas, con nuestros nombres y detalles de nuestras vidas, recreando temas de Radio Futura, Miguel Ríos, Gabinete Caligari o Luz Casal. Yo me las aprendía y las cantábamos juntos. Años después escucharía las versiones originales y descubría –con asombro– que todas esas canciones no hablaban de nosotros.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué es lo que caló en usted con más fuerza?

Mi madre sabía lo que era vivir en una casa sin agua corriente ni calefacción. Por eso, me decía: asómbrate de que, al abrir el grifo, salga agua. Hay muchas mujeres en el mundo que caminan horas enteras para conseguirla. Aquellas palabras me impresionaban; mi madre me hizo ver cómo siempre nos comparamos con quienes están mejor, pero no solemos pensar en quienes lo pasan peor. Nunca lo he olvidado.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

De niña ya decía convencidísima que quería ser escritora. Contaba cuentos en voz alta rodeada de pequeños juguetes, convirtiendo a los muñecos en protagonistas de mis fantasías. He sido tozuda en mis sueños. Aunque admiro muchas otras profesiones, sigo pensando que –para mí– escribir libros es el mejor oficio que puedo imaginar.

¿Hay algún defecto o debilidad que detectara en su infancia y que aún no ha logrado superar?

La terquedad tiene ventajas cuando se trata de perseguir tus sueños, pero en la vida diaria puede meterte en atolladeros. En general, es un defecto que me ha ayudado mucho. A veces lo mejor y lo peor de una persona nacen de la misma raíz. Decía Rilke: "Temo que si me quitan mis demonios se puedan morir mis ángeles".

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