Añaños y Mayoral: “Somos tierra de frontera y, por lo tanto, de pactos”

Mayoral afirma que una reforma electoral podría restar peso.

Charo Añaños y José Antonio Mayoral conversan en la sala Goya del Museo Goya-Colección Ibercaja.
Charo Añaños y José Antonio Mayoral conversan en la sala Goya del Museo Goya-Colección Ibercaja.
José Miguel Marco

¿Cómo ven la situación actual de Aragón? ¿Hasta dónde ha llegado y qué le falta?


Charo Añaños: Tenemos que aprovechar que siempre hemos sido cruce de caminos y que Aragón se haya convertido en un gran nudo logístico que debemos seguir afianzando. Hoy, destacamos en la automoción, la logística, la agroalimentación o el turismo, y hemos logrado diversificar nuestra economía. Hace 30 años, el motor suponía el 80% de nuestras exportaciones y, hoy, es el 40%. Hay que seguir incidiendo en estas líneas. Mientras, nuestro reto fundamental es vertebrar el territorio y que el desarrollo económico y la prestación de servicios lleguen a toda la comunidad en las mismas condiciones. Tenemos el 10% del territorio de España y solo el 3% de la población, y eso es un hándicap que hay que trabajar.


José Antonio Mayoral: Somos la comunidad más exportadora de España en relación con su PIB y hemos resistido mejor la crisis del ladrillo porque nuestro empleo tiene una base industrial superior a la de otras autonomías. Pero no solo hay que competir en salarios, hay que hacerlo con productos con valor añadido, a través de empresas de base tecnológica. Ahí podemos situarnos bastante bien porque se crea empleo de cara no solo al consumo interno, también a la exportación. El medio rural no puede vivir solo del turismo ni de producir, hay que transformar en el territorio y exportar para crear empleo más estable Y nos faltan comunicaciones, una salida a Europa y el eje cantábrico-mediterráneo son absolutamente necesarios. Ha habido apuestas muy buenas como la del aeropuerto de Teruel, pero las comunicaciones por vía férrea son muy malas.


¿Qué papel juega Aragón en España? ¿Tiene el que le correspondería?


C. A.: Nuestro peso político equivale a nuestra población; por eso, tenemos que redoblar esfuerzos para hacernos oír. Somos tierra de frontera y, por lo tanto, de pacto, algo que ha devenido en un gran valor, como se ve en el buen clima laboral que hay en Aragón. Debemos saber aprovechar esa capacidad para el entendimiento y el encuentro. Geostratégicamente, en Zaragoza somos unos privilegiados, como vemos con el AVE, pero el resto de la red ha quedado desatendida: hay que revertir esa situación y conseguir la tercera salida hacia Europa, y ser cruciales en la vertebración del país.


J. A. M.: Pesamos poco en población y si sale adelante alguna propuesta electoral que hay por ahí, todavía pesaremos menos. Si eliminan el número mínimo de parlamentarios por provincia, el centro de España se puede cerrar. Y hay que hacer del Senado una Cámara realmente territorial y con capacidad de decisión. Además, estamos rodeados de vecinos poderosos y, por ejemplo, la Travesía Central del Pirineo les quitaría tráfico. Otra cuestión es la financiación, no se tiene en cuenta la despoblación y prestar los servicios aquí es mucho más caro, y es difícil convencer al resto porque luego los votos son los votos.


¿Cuáles son las potencialidades que puede desarrollar Aragón, por qué tiene que apostar?


C. A.: Zaragoza tiene que consolidarse como capital del valle del Ebro y afianzar los sectores en los que se es fuerte. Por eso, es importantísimo el apoyo a la Universidad para aportar lo mejor de nuestra investigación en ingeniería o agroalimentación a nuestra economía. El turismo también debe ser un referente. Aragón se ha consolidado como un destino internacional que suma, a su patrimonio natural y cultural, el carácter acogedor de la población. En ese contexto, Goya, que tiene su puerta en Aragón en este Museo, es un imán. Hay que reforzar esas señas de identidad porque son valores intangibles extraordinarios.


J. A. M.: La potencialidad fundamental es nuestra gente. En general, el aragonés es creativo y la terquedad que nos caracteriza tiene que ver más con la decisión para resolver problemas. Formamos gente muy buena, y el problema es el desequilibrio entre lo que invertimos en formación de gente que luego se va y lo que recuperamos. Hay que revertir esto si queremos ir hacia la economía del futuro, basada en el conocimiento. La gente joven es la que consume y dinamiza la economía.


¿Qué prioridades deben fijarse de cara al futuro?


C. A.: Hay que desarrollar actividades que fijen población y reviertan en el territorio. Deben estar basadas en nuestras fortalezas diferenciales para no ser deslocalizadas con facilidad. Y, en todo lo que se haga, reforzar la colaboración entre lo público y lo privado.


J. A. M.: Tenemos gente muy buena y mucho territorio, hay que ver qué tipo de actividad se puede desarrollar. El ejemplo del aeropuerto de Teruel es excepcional. Luego hay que dar respuesta a esos entornos que crean empleo ofertando estudios relacionados. Y es vital la comunicación férrea norte-sur y el eje cantábrico-mediterráneo. En España hay un desequilibrio territorial tremendo, y todo parece ir encaminado a incrementarlo. Si alguien trata de generar riqueza en el medio rural y la respuesta es que tendrá peores servicios, habrá que cerrar los pueblos.

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