Bienvenido, Aria

El futbolista japonés vive entre sonrisas, aprendizajes y entrenamientos sus primeros días en el Real Zaragoza.

Boltaña (Huesca)
Boltaña (Huesca)

Los japoneses saludan a los recién llegados como un okairi, el ‘bienvenido’ que en España se cose en los felpudos del rellano de las casas. A Aria Hasegawa (Tsurugashima, Japón, 1988), no le faltan signos de cortesía en sus primeros días en el Real Zaragoza. Su caso es singular en la historia del club. Una nota exótica, diferente, a la que le apunta la amenaza de las dudas por los antecedentes de futbolistas de su país en la cultura latina. Aún debe jugar en España el primer japonés que manifieste un nivel suficiente de adaptación y fútbol. Aria pelea por ese trono. Su desembarco en el equipo aragonés recorre el camino de la normalidad. Aria, o Ari, como le llaman Popovic y sus compañeros, destaca por su impecable educación y serenidad, unos rasgos inseparables de la sociedad japonesa. Aunque en su caso, su carácter contiene un trazo poco habitual entre sus compatriotas: no es un chico introvertido, frío y serio en los hábitos. Aria ha dado continuidad a la personalidad desenfadada y animada con la que se presentó en Zaragoza hace casi una semana. "Se nota que es un chico que quiere aprender. Se le ve con muchas ganas y con entusiasmo. Eso es bueno para que se adapte bien al equipo, a los compañeros y a la ciudad", apunta Diego Rico.


En la concentración de Boltaña, los futbolistas, el cuerpo técnico y los empleados del club coinciden en resaltar su esfuerzo y su voluntad de aprendizaje. De momento, hasta el regreso a Zaragoza, no cuenta con un profesor de español ni con un intérprete. Hasta ahora, sus mejores lecciones del nuevo idioma salen de las retransmisiones del Tour de Francia, del exciclista Pedro Delgado y del periodista Carlos de Andrés. El responsable de todo esto es el compañero de habitación de Aria, el polaco Cezary Wilk, gran aficionado a ese deporte y a esa carrera. Ambos son inseparables.


–Me recuerda mucho a cuando llegué a La Coruña hace dos años y no entendía nada el español. Los dos primeros meses fueron muy difíciles para mí– relata Wilk.

–¿Cómo se entienden?

–Hablamos en inglés. Al menos nos sirve para comunicarnos. Quiero ayudarle a Aria todo lo posible. Es muy buen chico.


En realidad, Aria tampoco se maneja con soltura en inglés. Pendiente de mejorar su español, el club quiere protegerlo mediáticamente hasta que aprenda lo suficiente como para mantener una conversación. Cuando empiece la liga, con ayuda de un traductor, eso sí, está programado que pueda ofrecer su primera rueda de entrevistas. Hasta entonces, Aria suelta sus primeras palabras ("hola", "calor", "contento") y sobre todo muchas sonrisas… "Transmite simpatía", dicen de él.


Su integración va quemando etapas. Popovic, su valedor, lo trata como uno más. Ni siquiera reserva charlas específicas para él a lo largo del día. Apenas se les ha visto dialogar. El técnico lo está llevando con calma, intentando que la adaptación siga un curso natural, cotidiano. De momento, Aria va abriéndose hueco entre los pequeños detalles del día a día en una nueva cultura. La alimentación es uno de ellos. Los menús diseñados por Honorio Martínez, el médico del equipo, le han entrado por los ojos y por la boca al japonés. Le gusta y admite todo. El clima tampoco está siendo un problema para él pese al calor. Obviamente, Aria tiene sus peculiaridades. Por ejemplo, aterrizó en el Real Zaragoza con veinte pares de botas que se trajo de Japón. Una cifra poco habitual entre los jugadores, acostumbrados a manejar cuatro o cinco pares. También viajó a España con su propio botiquín.


Entre los aficionados que este fin de semana han desbordado el campo de fútbol de Boltaña, Hasegawa ha sido uno de los reclamos principales del equipo. Él ha atendido todo tipo de solicitudes de fotografías o autógrafos. Está acostumbrado a esta relación con los seguidores, pues en Japón son comunes, incluso allí tenía una canción exclusiva que se cantaba en las gradas del estadio del Cerezo Osaka.

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