Ecequiel Barricart, creativo y escritor: “siempre hay que preguntarse qué queremos ser de mayores”

Propietario y director creativo de You Media (Pamplona, 1971), presentó en el Boston de Zaragoza su libro ‘Tú eres dios y tu marca personal, tu religión’.

Barricart, autor de 'Tú eres dios', ante Santa Engracia.
Ecequiel Barricart, creativo y escritor: “siempre hay que preguntarse qué queremos ser de mayores”
Guillermo Mestre

¿Es usted creyente?

Sí. Pero mi dios me lo he creado yo.


Como dice que somos dioses...

En el ámbito de la marca personal, sí, todos somos dioses porque todos tenemos talentos. Todo el mundo debe creer en sí mismo y en la posibilidad de trascender a la sociedad a través de su marca.


Dice usted que las empresas no van a querer que leamos su libro. ¿Por qué no, si se supone que es para que mejoremos?

Hay dos tipos de empresas. Las que ejercen un liderazgo positivo quieren rodearse de los mejores. Esas te dejarán. Pero las tóxicas no quieren que sus empleados tengan una marca personal poderosa. Viven ancladas en el miedo y no quieren escuchar lo que sus trabajadores tienen que decir.


Y usted ¿qué quiere decir?

Que hay que empoderar a todas las personas en las empresas, como lo hacen los clubes deportivos, que buscan a los mejores. No entiendo que haya empresas que buscan una especie de masa, donde el que destaca no es válido. Marcas personales poderosas hacen la marca corporativa mucho más grande.


¿Por qué tenemos que desarrollar una marca personal? ¿Por qué importan tanto las etiquetas?

Básicamente, la debes desarrollar para reivindicar tu autoría sobre la vida. Por eso todos debemos tenerla, porque todos debemos coger las riendas de nuestra vida.


Entonces la marca no se circunscribe al trabajo...

Para nada, pero si pasamos ocho horas o más en el trabajo, hay que empezar a incluir la vida en el trabajo y el trabajo en la vida.


¿No es mejor ser como uno es que definirnos de una manera o reducirnos a dos mensajes?

El problema es cuando no sabes cómo eres. Tú tienes que ponerte ante un espejo, quitarte todas las capas de cebolla, todas las creencias limitadas, verte desnudo y decir: «Este soy». Con todos mis defectos, pero con todos mis talentos. Y a partir de ahí ya eres dios.


Qué fácil lo pone.

Es que ser dios no significa tener ocho ferraris en el garaje, sino que vives en tu verdad. Y que tiendes a la felicidad. El dinero no tiene nada que ver con una buena o mala marca. Ese éxito es superficial.


Para construir nuestro mensaje ¿qué se necesita? ¿Un gran ego?

Lo contrario. Nada de ego. El ego es contrario a la marca personal.


Entonces, ¿qué hacemos? ¿Reinventarnos a lo Madonna?

Hay que ser bastante activista. Preguntarse si tengo la pareja o el trabajo que quiero, si soy feliz... Hay que preguntarse qué queremos ser de mayor aunque tengamos 70 años. Porque mucha gente no toma conciencia de la vida que está viviendo, que es muy distinta a la que soñaba en la infancia. Nunca es tarde para coger de nuevo las riendas de tu vida y perseguir ese paraíso deseado.


Oiga, y si nos destrozan la marca, ¿qué hacemos?

Los palos son inherentes a la vida. Pero cuando creas una marca desde la verdad, es indestructible. Y aquí introduzco dichos zen como: «El ladrón se olvidó de robar la luna de la ventana de mi casa».


Y a usted, ¿qué le deja marcado?

A mí, la grandeza de las personas que tienen un éxito y que, además, son capaces de ser humildes, de ser generosos, y aparecen en tu camino para darte alegrías y compartir su felicidad.


¿Cuál es su marca?

Hace un tiempo encontré la diferencia entre vivir y sobrevivir. Y mi marca es la de una persona que vive el aquí y el ahora. Y que construye día a día su paraíso deseado.


Usted es empresario, ¿por qué dice que no quiere tener clientes?

No creo en el cliente. Ni en el producto. El cliente debe ser participativo, crear contigo el producto. Los clientes son parte de mi empresa, de mi creatividad, de mi diseño, de mi vida. Te diría que alguien para el que trabajo es difícil que no pase a ser mi amigo. No los puedo ver como clientes.