en colaboración con la diputación de Zaragoza

Un original del libro de Bonet, en la biblioteca de la DPZ

En Aragón no había ninguno, pero la Diputación de Zaragoza ha localizado y adquirido uno de los ejemplares de la primera edición del libro, publicada en 1620.

El libro presenta un buen estado de conservación.
El libro presenta un buen estado de conservación.

En la primera mitad del siglo XVII lo habitual era que los libros se publicaran con una edición de unos 1.500 ejemplares. Por eso se piensa que el manual de Juan Pablo Bonet ‘Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos’ vio la luz con esa tirada, aproximadamente.

El paso del tiempo ha convertido esa primera edición en un libro raro, difícil de conseguir. De hecho, en Aragón no había ninguno hasta que recientemente la Diputación de Zaragoza logró localizar y adquirir un ejemplar original en buen estado de conservación.

El libro pertenecía a un prestigioso librero de Madrid especialista en libros antiguos, Guillermo Blázquez, y, tras pasar a manos de la Diputación de Zaragoza, ha sido depositado en la biblioteca de la propia institución provincial.

Un hito mundial

‘Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos’ marcó un hito en su ámbito de estudio. Fue un novedoso manual en el que Bonet hizo una importantísima aportación pedagógica y metodológica que consiguió abrir nuevos caminos en la enseñanza de los sordos, contribuyendo a la apertura de escuelas especializadas.

En el manual, Bonet dio cuenta de sus avanzadas nociones proponiendo diferentes metodologías que mejorasen la vida de estas personas, como por ejemplo la manera de articular sonidos, vocalizar o cómo diferenciar las letras. Fue una publicación excepcional por la temática y por el momento de su publicación, ya que no había sido editado textos alguno que abordase propuestas completas sobre cómo enseñar a hablar a los sordos.

Bonet volcó en este manual su rico saber en pedagogía y metodología, fruto de su gran preparación, muy avanzada para la época y con mucha visión. Entendió que al mudo había que hacerle entender algunas nociones básicas para la organización y construcción de las frases sin las cuales la comunicación no sería posible. Consideró que las partes de la oración podían reducirse a tres: nombre, verbo y la conjunción, cuyas partículas servían para unir el verbo y el sujeto.

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