El compromiso permanente de la Corona con el servicio a España y la defensa de la Constitución se hizo ayer patente, simbolizado por el renovado juramento del Rey a la bandera nacional, en la Academia General Militar de Zaragoza, en una ceremonia llena de significado y a la vez entrañable para don Felipe, doña Letizia y para su heredera, la princesa Leonor. 

La capital de Aragón volvió a acoger una vez más a la familia real reforzando el vínculo de la Comunidad con la monarquía que encarna la clave de bóveda de nuestras instituciones democráticas.

Zaragoza, que acoge desde el pasado verano a doña Leonor durante su primer periodo de formación militar, tuvo ayer el honor de recibir al Rey en la Academia General Militar, donde presidió el acto central del cuadragésimo aniversario de la promoción de oficiales del Ejército de Tierra de la que forma parte, la 44ª. Don Felipe, que juró bandera por primera vez en ese mismo escenario en 1985, siendo un jovencísimo cadete, y que renovó su juramento en 2010, coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de la promoción, volvió ayer a besar la bandera nacional. Lo hizo además, en esta ocasión, en presencia de la futura reina, su hija, la princesa Leonor, vestida de uniforme junto a sus compañeros de estudios, con lo que se hicieron visibles al mismo tiempo la continuidad de la monarquía y el compromiso de la Corona y de las personas que la encarnan con la defensa de España, de su unidad y de la Constitución que rige la convivencia democrática entre los españoles. La Princesa ha contado durante su estancia en Zaragoza con la simpatía de los aragoneses, en una Comunidad que respalda los valores constitucionales y la monarquía parlamentaria como marco de unidad para el desenvolvimiento del pluralismo político y social y de las libertades. Y sin duda mantendrá, al igual que el Rey, un vínculo de afecto con la capital aragonesa.